Una crisis de identidad
Europa no sólo sufre una grave crisis económica, sino que ha entrado en una crisis de identidad. No es la primera vez que se siente desorientada. Si la creación de la eurozona prometía unidad y cooperación, ahora es cada vez más evidente que aún queda mucho trabajo por hacer, y no precisamente libre de sacrificios y sufrimiento. La Europa de hace un siglo intentó limar sus diferencias mediante un baño de sangre suicida. Mal ejemplo, desde luego. Por fortuna, no es el único camino que seguir.