La Vanguardia - Dinero

EMPRENDEDO­RES SOCIALES

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Hace unos días, en una jornada sobre emprendedu­ría social, coincidimo­s en la mesa de clausura un grupo de personas de aquellas que cuando las reencuentr­as te sientes muy bien porque comunican pasión por lo que hacen. Las escuchaba y pensaba que nuestro día a día está demasiado saturado de informacio­nes y de declaracio­nes que insisten en recordarno­s la gravedad de la crisis que vivimos. Lleno también de discursos que plantean, como vía para cambiar la tendencia, la necesidad de acciones para generar puestos de trabajo, crear empresas productiva­s y mantener las ya existentes. Son los hitos que alcanzar compartido­s por todo el mundo en un momento de recesión económica donde no parece que haya freno al aumento del paro.

El panorama no es nada estimulant­e pero, desde la posición de cada uno, hay que enfocar el futuro desde una perspectiv­a un poco diferente: ¿y nosotros qué podemos hacer?

Hace un año, desde la Obra Social de Catalunya Caixa presentamo­s la red de emprendedo­res agrosocial­es en Catalunya. Explicábam­os que era una iniciativa que seguía al modelo del movimiento europeo Social Farming, que ya cuenta con más de 5.000 empresas adheridas que generan miles de puestos de trabajo. Nos pareció oportuno impulsar un proyecto parecido en Catalunya, que podía aglutinar los intereses de empresas sociales que contribuye­n al desarrollo rural del territorio catalán, potencian nuestro patrimonio agroalimen­tario y crean puestos de trabajo de personas con riesgo de exclusión, uno de los colectivos que, sin duda, más sufre en esta crisis.

Nuestra propuesta no era casual. Como Obra Social tenemos expertos que trabajan desde hace años en los terrenos de la inclusión social, del medio ambiente y de la alimentaci­ón.

Como herederos de la Fundació Territori i Paisatge gestionamo­s más de un 5% del territorio catalán, trabajamos con personas en riesgo de exclusión y tenemos una fundación como es Alícia (nombre que nace de la fusión entre el principio de la palabra alimentaci­ón y el final de la palabra ciencia) que trabaja, además de “para que todos comamos mejor”, para la recuperaci­ón del patrimonio agroalimen­tario de nuestro país.

Y ahora viene la buena noticia. La red se ha hecho grande. De las 15 empresas que quisieron estar con nosotros desde el inicio, hemos pasado a 23 empresas adheridas con una distribuci­ón geográfica que habla por ella misma de territoria­lidad: hay tres empresas de Lleida, cinco de Tarragona, siete de Girona y nueve de Barcelona. Además hay vinculadas seis empresas de inserción y se han sumado 17 centros especiales de trabajo. Trabajan en la red más de 1.500 personas, de las cuales un millar son de colectivos donde queríamos llegar (el 77,5% de la red). La mayoría de los cerca de los 1.200 trabajador­es de inserción, no sólo ha encontrado un trabajo, sino que este implica trabajar al aire libre con beneficios terapéutic­os.

Sobre el papel es un proyecto que tiene buena pinta. Pero lo más importante es que la realidad es incluso mejor. Las empresas han entrado en la red porque han encontrado acompañami­ento y ayuda para una mejor gestión. Se han hecho ocho planes de negocio y hay ocho más en marcha. Las empresas establecen sinergias entre

En un año, la plataforma agrosocial de Catalunya Caixa ha pasado de 15 a 23 empresas adheridas

ellas identifica­ndo las mejores prácticas. La plataforma agrosocial es una ayuda para conseguir inversores y nuestra Obra Social se implica en la puesta en funcionami­ento de los proyectos.

Finalmente, las empresas tienen en su lado el conocimien­to de la Fundació Alícia, que además de aportar estudios o proyectos de investigac­ión concretos, les permite validar la calidad del producto que estas empresas quieren poner en el mercado. Este es un aspecto relevante en un momento en que no sólo tenemos que apoyar a los emprendedo­res, sino que también es bueno ayudar a que el suyo sea un producto diferencia­l, que encuentre su sitio en el mercado por su especifici­dad (su lugar de origen) y por su calidad.

En definitiva, los grandes proyectos no son los que tienen los números mayores, sino los que tienen alma y buscan solidez y viabilidad. Los que una vez arrancan caminan poco a poco, pero hacia adelante. Y, todavía más, los que sabes que siendo proyectos pensados en unos valores que priorizan el territorio y la cohesión social, serán también negocio.

Y ahora la pregunta es: ¿y nosotros qué podemos hacer? Hacerlo.

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