¿Quién sostiene la industria relojera suiza?
Hace no mucho tiempo, los directivos de un banco chino quisieron marcarse un detalle con sus clientes VIP. Se fueron a Ginebra y acudieron a la legendaria casa de relojes Vacheron Constantin (fundada en 1755). “Llegaron, eligieron unos relojes y entonces les preguntamos cuántos querían, si 100 o 200”, relató hace unos días el consejero delegado de la empresa, el suizoespañol Juan Carlos Torres. “¡Nos pidieron 10.000 piezas!”. Y claro, la respuesta sólo podía ser una tratándose de una fábrica de exclusiva manufactura: “Eso no podemos fabricarlo”, zanjó Torres a su pesar. Según el ejecutivo, la suma de las demandas de China, India y Brasil en el mercado de relojes de lujo puede crear un nicho de 1.500 millones de consumidores potenciales en los próximos cinco años. De nuevo, al poderío económico se une la tendencia a la ostentación de los nuevos ricos emergente. Pero también la tradición. Los Vacheron Constantin, en concreto, empezaron a ponerse de moda en China y Rusia cuando, a partir de la apertura económica en ambos países, muchas familias empezaron a sacar relojes centenarios de la marca de los escondites donde los habían ocultado por temor a que se los confiscaran.