Vivir con menos de un dólar
Banerjee y Duflo analizan sobre el terreno la ignorancia, la ideología y la inercia que causan la pobreza
Aunque, dada la situación de crisis que vive España, cualquier preocupación por los países pobres parece haber quedado aparcada a nivel político, presupuestario y ciudadano, la sensación de enorme incertidumbre en la que hoy vive inmerso el sur de Europa podría acercar a sus habitantes a lo que experimenta día tras día, en condiciones mucho más difíciles, la población de los países pobres. Como apuntan los autores de Repensar la pobreza, los profesores de Economía del Massachusetts Institute of Technology Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, los pobres son como gestores de hedge funds, ya que viven con cantidades enormes de riesgo, sólo que no tienen el mismo nivel de renta que esos gestores y son responsables de todas sus pérdidas.
Después de todo, cada año en esos países mueren nueve millones de niños antes de cumplir cinco años. Un dato abrumador que parece indicar que la lucha contra la pobreza es en vano. Desde luego, dicen los autores, abordada como un todo y sólo a base de grandes preguntas –cuál es la causa principal de la pobreza, hasta qué punto la pue- de solucionar el mercado libre o si la democracia es buena para los pobres– no llegaremos lejos.
Banerjee y Duflo han elegido dejar las teorías en casa y mojarse. Ver cómo se comporta en su vida diaria la gente de los países pobres. Por ejemplo, entender por qué aun con vacunas gratis los niños se vacunan poco: la gente no entiende bien la utilidad de la vacunación, a lo que se le suma la tendencia humana a posponer pequeñas molestias como hacer cola para la inyección. O comprender por qué los microcrédi- tos han sido buenos, pero no sacarán a esos países de la pobreza: no están pensados para tomar riesgos, como necesitan muchas empresas, ni la mayoría de los emprendedores quiere serlo, no les queda otra opción y no tienen el talento ni la preparación para crear un negocio que vaya más allá de la supervivencia. O descubrir por qué en India se consumen hoy menos calorías per cápita que hace años pese a la mayor riqueza: muchas presiones y deseos compiten con la alimentación, sobre todo las cosas que ha- cen la vida menos aburrida, sean la televisión, el móvil o un postre. O averiguar por qué no funcionan las escuelas de estos países: conservan el espíritu del pasado colonial, cuando la escuela se entendía como el lugar que preparaba a la élite local, así que los profesores trabajan para preparar a los mejores alumnos para unos exámenes difíciles, en lugar de dar un nivel básico a todos y reconocer el talento. O mostrar cómo una red de seguridad social evitaría que se tuvieran tantos hijos para mantener a los padres en la vejez. O exponer cómo no hay instrumentos de ahorro reales.
Frente a la ideología, la ignorancia y la inercia, los autores recuerdan que los pobres están atrapados en los mismos problemas que nos afectan a los demás: la falta de información, el pensamiento débil y la tendencia a dejar las cosas para más tarde. La ventaja real de los ciudadanos de países ricos procede de muchas cosas que damos por hechas: tenemos agua corriente limpia y no necesitamos añadir cloro cada día al agua; las aguas residuales desaparecen por su cuenta; podemos confiar en el sistema público de salud para decidir qué hacer; y podemos despreocuparnos por nuestra próxima comida. La gente del primer mundo se beneficia de un paternalismo tan incorporado al sistema que apenas lo nota. Cuanto más rico eres, más decisiones acertadas toman sobre ti. Así que aunque algunas de las soluciones que proponen los autores puedan sonar paternalistas, se trata de facilitar al máximo a la población de los países pobres que puedan hacer lo más adecuado, sea recompensándoles por vacunar a sus hijos o dándoles el máximo de información realista y fiable. Pero también creando o apoyando los gobiernos nuevos mercados para que existan seguros y cuentas de ahorro reales y útiles para los pobres. Un libro interesante, a veces demasiado prolijo en sus razonamientos. Y en el que se echa de menos información sobre el efecto de las transformaciones que impulsa China en muchos de esos países.