Interiorismo en tiempos de crisis
El estudio Blanco Roto recompuso este piso sin hacer grandes obras y con un ajustado presupuesto
En estos tiempos de dificultades económicas, contratar los servicios de un interiorista sigue siendo la mejor opción ya que su experiencia, su percepción del espacio, del color, de la luz y su conocimiento de los materiales y texturas, evitará errores y mejorará los resultados controlando el gasto de la obra. Esta es la opinión de Gisela Grandes y Raquel Cabrera, dos profesionales cuyo estudio de interiorismo, Blanco Roto, nació hace dos años, en plena crisis, por lo que han sabido acomodarse a los nuevos tiempos ofreciendo sus servicios adaptados siempre al presupuesto que marca el cliente.
En este caso se trataba de reformar un antiguo principal ubicado en el barrio de Gracia. El presupuesto que querían invertir los propietarios, una pareja joven, era limitado y debía incluir también los muebles y la decoración, por lo que se optó por respetar la estructura original de la vivienda, sin tirar los tabiques ni liberar el espacio.
El piso disponía, eso sí, de una aceptable distribución, tres habitaciones, dos baños, salón comedor, una pequeña cocina y grandes aberturas a un patio que dejaban pasar una luminosidad envidiable.
La intervención se centró en la zona del salón comedor, cocina, dormitorio principal y baños, dejando para una segunda etapa las otras dos habitaciones. “Decidimos conservar el carácter propio del piso y potenciar su estilo vintage industry muy afín a las viviendas típicas de Gracia, dando todo el protagonismo a las cristaleras y la car- pintería original de madera”, dicen Raquel y Gisela.
A fin de alcanzar este propósito pintaron todas las puertas y porticones de la casa en una tonalidad más fuerte que la pared, atreviéndose incluso a pintar en color granate la carpintería y el techo de la cocina. Colocaron un parquet sintético en toda la vivienda y diseñaron una librería en DM pintada en color gris que compone un fondo decorativo en la zona del comedor.
La terraza, un entrañable patio soleado con vistas a la cara oculta de las casas del barrio, fue uno de los puntos fuertes de la intervención de las interioristas. “Para protegerlo de las miradas de los vecinos, diseñamos una pérgola en cañizo, súper económica, que proporciona además un efecto de luces y sombras muy agradable, bajo la que se colocó una zona chill out con tumbonas y el comedor exterior al frente”, especifican ambas interioristas.
El mobiliario, escaso y muy seleccionado, combina piezas de marcas que imponen carácter, como la lámpara de Lzf-lamps sobre la mesa del comedor, con otros elementos más económicos y muebles auxiliares construidos con simples chapas de hierro, diseñados por Blanco Roto.