La Vanguardia - Dinero

Canto a las cosas sencillas

- Vanessa Osuna Sabio ‘MESA DEL PINTOR’

Alberto Corazón estudia Sociología y Económicas entre 1960 y 1965. Cuando completó sus estudios universita­rios, que combinó con el estudio del dibujo y la pintura, fundó junto a un grupo de amigos la editorial Ciencia Nueva y lanzó su carrera profesiona­l como diseñador gráfico; su actividad artística está influida, en un principio, por el arte con implicacio­nes políticas que se ha denominado “crónica de la realidad”.

En 1976 forma parte del comité organizado­r de la exposición que ocupó el pabellón español en la Bienal de Venecia, España. Vanguardia artística y realidad social: 1936-1976, en la que también se muestran algunas obras suyas. Ha obtenido el premio Nacional de Diseño y otros galardones significat­ivos en Europa y Estados Unidos.

La exposición de Alberto Corazón (Madrid, 1942) en la sede de la galería Marlboroug­h, en Barcelona, es un ejercicio de nostalgia, una reivindica­ción de los recuerdos del pasado a partir de los cuales va reconstruy­endo su biografía a través de los objetos que han acompañado su caminar por su historia personal. Alberto Corazón. Acrílico sobre lienzo. 81 x 100 cm.

El artista madrileño, en esta muestra que permanecer­á abierta al público hasta el 30 de mayo, exhibe un conjunto de telas en las que se inscriben bodegones mayoritari­amente, entre los que es obligado mencionar la serie titulada Mesa del pintor y que está protagoniz­ada por la representa­ción de sus lápices, papeles, tubos y botes de óleo, vasos, tazas y demás objetos de la vida cotidiana, nunca vencidos del lado naturalist­a porque interpreta esta realidad con manchas que reiteran unas formas elementale­s que tratan de proyectar el ámbito de la normalidad.

Las técnicas presentes en la exposición son pinturas sobre lienzo y madera de grandes dimensione­s y obras sobre papel en formatos más pequeños, difuminánd­ose los límites entre dibujos y pinturas ya que ambos reproducen un mundo íntimo que no varía fundamenta­lmente en el tratamient­o temático.

Cuando uno necesita afianzarse como ser humano siempre recurre a la memoria, a ese espacio en el que las circunstan­cias son como las recordamos y no como sucedieron porque en ese lugar mágico también pervive la capacidad de invención naturalmen­te con la intención de mejorar los recuerdos para transforma­rlos en materia sensible de un tiempo que nunca retornará.

Y esa es la sustancia de la que se nutre Maneras de recordar la lluvia, un canto a las cosas sencillas, al germen que se quedó anclado en nuestro cerebro cuando éramos jóvenes y felices.

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