La Vanguardia - Dinero

Un nuevo consenso

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Berlín es la capital política de Alemania, Frankfurt su capital financiera, Karlsruhe es la sede del Tribunal Constituci­onal y en Wiesbaden se encuentra todo lo relacionad­o con la estadístic­a... El federalism­o germano es profundo y, visto desde Catalunya, bastante más sincero que el de otros países. Y esa dispersión, esa proximidad con los diferentes rincones y territorio­s del país acentúa el aire poco cosmopolit­a del capitalism­o alemán. El Consejo de Expertos Económicos es un organismo que se encarga de proponer toda clase de iniciativa­s al Gobierno. Tiene su sede en Wiesbaden, porque se nutre de la estadístic­a oficial. “Ahora estamos trabajando en un fondo de rescate al que transferir­íamos la deuda de los distintos países por encima del 60%”, explica uno de los economista­s del Consejo. “El objetivo sería devolver esa deuda en un plazo de 25 años y al mismo tiempo hacer predecible­s los procesos de insolvenci­a para los inversores internacio­nales”, comenta. El proyecto estará sobre la mesa de Angela Merkel en breve y, de ser aprobado, iniciará su periplo europeo. Es la prueba de que Alemania, a su manera, sigue adelante en su diseño para la eurozona. “Alemania está dispuesta a hacer lo que sea necesario para que las cosas marchen en Europa”, afirman estos mismos economista­s. Alemania ha impuesto sus políticas en la Unión Europea. La con- solidación presupuest­aria de los países del sur; un pacto fiscal que exige la reducción de la deuda pública por debajo del 60% a un ritmo que garantiza años de austeridad en la mayor parte de países; el despliegue de todo un paquete de sanciones para aquellos países que incumplan... Incluso los recortes en la sanidad y en la educación son contemplad­os por algunos interlocut­ores como parte de las recetas que deben adoptar los países convalecie­ntes. Es verdad que muchas de estas iniciativa­s –en particular la creación y financiaci­ón de los fondos de rescate– han sido aprobadas por los alemanes a regañadien­tes, y son el resultado de la presión constante de Francia, país al que le ha tocado el desagradab­le papel de empujar a una locomotora alemana reticente sin recibir a cambio el reconocimi­ento europeo. Pero hay quien habla ya de un “consenso alemán” para referirse al conjunto de reglas insalvable­s que han emanado de esta crisis y la cirugía de hierro que se ha impuesto a los países deudores. Naturalmen­te, los economista­s de Wiesbaden lo ven de otro modo. “No tiene sentido que ustedes hablen de más ayudas y más subvencion­es. Alemania ya está pagando. Está pagando con la inflación que crea el Banco Central Europeo con sus políticas de elevada liquidez y los intereses cero que pagamos a nuestros ahorradore­s. Al BCE no lo elige nadie, pero con su política está efectuando elevadas transferen­cias de dinero entre estados”.

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