Lujo de espacio bajo vetustas bóvedas
Los arquitectos Auquer, Roselló y Prats reconvierten una masía del XVII, frente a la pintoresca villa de Cruïlles, en una funcional residencia con un interior muy diáfano
Parece como si la naturaleza y el hombre hubieran pactado durante siglos para crear el bello cuadro que se contempla desde la masía: el armonioso conjunto de la villa medieval de Cruïlles, en la que despuntan la torre del homenaje del antiguo castillo y el campanario de la iglesia de Santa Eulàlia. Alrededor, verdes prados salpicados por flores primaverales y campos de cultivo de ce- real y forraje. Visión que, con distintos matices, se repite en otras zonas del afortunado Empordà.
Una buena parte de las casi dos hectáreas de terreno de la masía forma parte de este dulce paisaje. Se trata de un campo de forraje que, con las lluvias, presume de un intenso verdor y cuyos aledaños acarician la villa de Cruïlles. Alrededor de la masía, la naturaleza ha sido domesticada y sobre un tapiz de césped se alternan los cipreses con distintas especies de frutales. En la era, parterres de plantas aromáticas conforman un jardín florentino.
La masía es una recia construcción originaria del siglo XVII a la que más tarde se le adhirió lateralmente un cuerpo, en cuya base se ubicó un corral y en lo alto una terraza de secado con ventanales con arcos.
El actual propietario compró la masía cuando aún estaba inmersa en actividades agrícolas y ganaderas y la reconvirtió en una residencia. Empresario del sector hotelero y con experiencia en la reforma de hoteles apostó por los grandes espacios en las zonas comunes y de tránsito que caracterizan a estos establecimientos.
Los arquitectos Auquer, Roselló y Prats, del estudio de ARP de Torroella de Montgrí, especializados en restauración y construcción de masías con criterios de arquitectura sostenible, procedieron a esponjar el interior de la masía mediante el derribo de tabiques. A las bóvedas catalanas de ladrillo originarias, algunas de crucería, se le añadieron otras de nueva construcción. De la decoración interior se encargó Hedi Brauwer, del estudio Anthema de Girona.
El goce de los amplios espacios diáfanos ya lo preludia el vestíbulo de entrada que conduce, de una forma fluida y abierta, al gran salón comedor con forma de L. Un conjunto de sofás, uno de ellos de estilo chester, se encaran a una chimenea de nuevo cuño con marco de piedra. Al otro lado, la cocina de estilo rústico pero equipada con modernos electrodomésticos de acero y con una gran mesa para las comidas informales. Tiene salida a una pérgola de hierro, cubierta por una trepadora que proporciona sombra al comedor de verano.
En el piso superior, una magnífica antesala, también con forma de L, se convierte en un espacio ideal para una biblioteca o para practicar yoga y meditación. Conduce a la habitación principal con baño incorporado separado por un murete, a otra doble también con baño, y dos juveniles que comparten otro cuarto de baño completo.