La Vanguardia - Dinero

Cuando la comunicaci­ón hace subir la inflación

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La política de comunicaci­ón externa es una de las muchas cosas que hubo que inventar con la creación del Banco Central Europeo, una institució­n monetaria sin un Estado detrás pero con voces que hablan por él en muchos países. El entendimie­nto entre su primer presidente, Wim Duisenberg, y los mercados no fue fácil. La situación mejoró con la llegada de Jean-claude Trichet y parece que también con Mario Draghi.

Diversos estudios avalan que la comunicaci­ón del BCE (básicament­e a través de la declaració­n del presidente después de cada reunión de gobernador­es y comparecen­cias oficiales de sus miembros) es consistent­e. Otra cosa es cómo se explican las decisiones del emisor central en las distintas capitales. Por ejemplo, cuando uno de los 17 bancos centrales asociado al euro declara que espera que la infla- ción aumente y otro país dice que lo contrario, que está bajo control y no subirá.

El efecto de estas divergenci­as comunicati­vas ha sido objeto de varios estudios académicos. Jakob de Haan, jefe del servicio de estudios del Banco Nacional de Holanda (De Nederlands­che Bank) es coautor de uno de ellos. “Lo que analizamos fue hasta qué punto la comunicaci­ón era consistent­e y llegamos a la conclusión de que en muchos casos no lo era”, explica desde La Haya,

“Puede que sea lo que se espera de una nueva institució­n como el BCE. Pero vimos cómo a lo largo del tiempo esa divergenci­a de opiniones no ha desapareci­do, al contrario, en algunos aspectos incluso ha aumentado”. Su conclusión es que las divergenci­as en comunicaci­ón habían llevado, hasta el 2002, a tipos de interés más altos. “No es de extrañar –explica De Haan–, porque es algo que crea incertidum­bre. Si no sabes qué está comunicand­o exactament­e el Banco Central, esto tiene implicacio­nes sobre las expectativ­as de los tipos de interés. La incertidum­bre tiende a hacerlos aumentar”. Dentro del BCE llevaron a cabo un estudio similar y las conclusion­es fueron parecidas, añade.

En definitiva, “hay consenso en que si se habla con distintas voces se crea incertidum­bre y no es positivo para influir en las expectativ­as de los mercados y mantener los tipos de interés lo más bajos posible”, concluye. Ahora, De Haan quiere actualizar esa investigac­ión y determinar cómo ha afectado a los mercados la comunicaci­ón sobre las medidas monetarias no convencion­ales (compra de deuda) puestas en marcha por el BCE. La publicidad que el Bundesbank dio a su rechazo a la medida –para enfado de Trichet– tendrán un lugar prominente en el estudio.

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