Costumbres difíciles de justificar
En estos tiempos en los que hay que cuestionarlo todo –o casi–, no estaría de más poner en entredicho la vigencia del horario imperante en España. Que un partido de fútbol empiece a las diez de la noche o que los jóvenes salgan tan tarde de noche es harto difícil de justificar. Este horario sólo contribuye a distanciar todavía más España del resto de Europa, además de incidir negativamente en la productividad y el rendimiento escolar. Quizá sea el recibo de la luz el que inicie una vuelta al sentido común.