Emociones a través del barro
que reciben la luz del sol y la proyectan, como si se tratase de los reflejos de la superficie del agua de un lago. Este modelo está disponible desde agosto del 2012.
Y la última novedad es el reloj Frisson (escalofrío), diseñado por Rolf Sachs para Fortis, una empresa que cumple este año su centenario y que es conocida por crear ediciones especiales con la colaboración de artistas contemporáneos. Sachs ha creado un reloj sin tipografías, con los números escritos a mano, y con un cristal esmerilado, imitando el efecto de una botella de vodka que se acaba de sacar del congelador. Cuando se pasa el dedo húmedo por encima del cristal o se le echa el aliento, este se aclara automáticamente. Un efecto misterioso característico de toda la obra de este ingenioso diseñador. No refiero a los alumbrados, ni asuntos religiosos, sino a la iluminación real de las piezas. Con rubro de Interiores iluminados, hasta el 4 de mayo, el escultor habita el coqueto espacio Marzana, donde ya expuso en el 2006, con su lenguaje austero, sus cabezas grises y blancas, un mural de aforismos, sus faroles horadados, que ahora se enciende con luz interior, estableciendo un diálogo de ceniza y oro.
Tiene algo de la poesía de Valente la escultura de Garraza, un perfume hermético, fácil de desvelar para unos e intrincado para otros. El maestro navarro ha sabido desplegar el concepto escultórico en el barro, aliar los cuatro elementos para crear unas formas que le permiten ex- presar sus sensaciones, sus emociones, su pensamiento. Sus obsesiones con el tiempo y el espacio, con lo ocupado y el vacío, con el hueco que te permite el acceso al palacio de su espiritualidad.
Ángel Garraza, enseñante, teórico, escultor, resistente, solitario, con currículo impresionante, ha realizado varias exposiciones recientes en España y el extranjero. Y no ceja, en la pasión por sacar la cerámica del gueto y llevarla a los altares del arte contemporáneo, lo que está consiguiendo de forma fehaciente. Precios : de 600 a 5.900 euros