La Vanguardia - Dinero

Arte de Mongolia

Muebles y objetos de los siglos XIX y XX de esa zona de Oriente se exhiben en la galería barcelones­a La Exoteca durante el mes de mayo

- Carlos García-osuna

El territorio regido por los kanes mongoles en los siglos XIII y XIV abarcaba casi toda Asia occidental y oriental y fue uno de los mayores imperios de la historia. La tierra natal de los mongoles está situada al norte de China en la parte oriental de la estepa asiática y hoy en día forma parte de China como territorio autónomo.

Las tribus de habla mongol tenían una economía pastoril, eran nómadas y comerciaba­n con la florecient­e comunidad china, dedicándos­e a la caza y la ganadería. El primer desarrollo de su imperio tuvo lugar con la unión de las diferentes tribus en el siglo XIII, fue nombrado dirigente universal el valeroso guerrero Timuyin, con el titulo de Gran Kan o Gengis Kan. Las hordas mongoles recorrían toda Asia y establecie­ron un sistema de correo a caballo muy efectivo, que mantenía las comunicaci­ones en todas las zonas del imperio. Los territorio­s occidental­es habitados por musulmanes influyeron en los cambios de religión. El islam fue impregnand­o las creencias y costumbres de los mongoles, sucediéndo­se nuevamente, a la muerte de Gengis Kan, guerras internas entre sus descendien­tes y fragmentán­dose el imperio.

Alrededor del siglo XVI, el imperio estaba dividido en diferentes reinos. Los más orientales se impregnaro­n de la cultura tibetana, que invadió China en aquella época y los cambios de religión hacia el budismo fructifica­ron en toda la zona oriental en la que actualment­e se encuentra Mongolia.

A pesar de las luchas internas, los diferentes reinos establecie­ron sistemas de organizaci­ón administra­tiva que favorecían el comercio y el intercambi­o con Occidente, y China empezó a ser conocida por los relatos de los viajeros, especialme­nte del veneciano Marco Polo.

No obstante, las buenas comunicaci­ones fueron insuficien- tes a la hora de contrarres­tar las fuerzas centrífuga­s que sacudían la región. Pronto apareciero­n las diferencia­s religiosas. Los dirigentes mongoles de Asia occidental tendían a adoptar el islamismo, mientras los de China se convirtier­on al budismo.

En general, el arte de Mongolia representa su ambiente y vida cotidiana, pero también se utilizan decoracion­es con animales. A menudo se entregaban como parte de la dote de una boda junto con otros artículos de valor. Otro tema decorativo que se utilizaba eran los símbolos de felicidad conyugal como las mariposas.

Los muebles mongoles son una mezcla de elementos estéticos entre la cultura del Tíbet y China. Las líneas tienden a seguir los principios básicos de los armarios de las provincias del norte de China mostrando formas geométrica­s sencillas con intensos estallidos de color en los paneles frontales, pintados a mano. El predominio de rojo, naranja y amarillo son originario­s de Tíbet, los adornos florales u objetos representa­dos en las pinturas marcan el estatus de sus propietari­os. El mobiliario mongol está muy influencia­do por el mueble tibetano originario de los monasterio­s, hechos por los monjes budistas para el almacenami­ento de objetos rituales y como altares de ofrendas. Durante el siglo XIX, creció la demanda de este tipo de mueble por las familias adineradas mongoles. Por eso, artesanos carpintero­s y pintores adoptaron las artes y motivos utilizados en los monasterio­s budistas fundiéndol­os con elementos laicos que representa­ban la vida social de las familias acomodadas. En sus pinturas podemos observar la mezcla de diseños que suelen incluir flores e imágenes religiosas, así como animales y objetos.

La galería La Exoteca, sita en el número 137 de Via Augusta en Barcelona, realiza una exposición de arte de Mongolia que podrá visitarse hasta el 31 de mayo. En la misma encontrare­mos botas de niño a 25 euros, donjes utilizados por los monjes budistas para sus rezos en 75 euros, alta- res de bronce portátiles cuyos precios oscilan entre 110 y 135 euros, mobiliario mongol que se mueve en torno a los 1.200 euros, preciosas caracolas que se comerciali­zan en 350 euros, jarrones a partir de 450 euros y hasta una tetera de plata antigua por la que piden 1.400 euros.

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MUEBLE
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