‘Addio, Formentera’
La crisis de Italia y España obliga a la isla pitiusa a buscar nuevos mercados turísticos
Si hay algún lugar de España que pueda resumir las penurias económicas de la Europa del sur es Formentera. La isla es desde hace unos años el fetiche de turistas italianos y españoles que acuden a sus inmaculados parajes. Una fidelidad que este año se ha visto truncada por la crisis en ambos países. La prueba más evidente ha llegado con los primeros datos de ocupación hotelera; entre mayo y junio la media ha sido del 53%, un 20% menos que en el 2011, mientras que en la primera mitad de julio la caída ha sido del 9%.
Formentera ha sido en los últimos veranos la isla con mejores registros de las Baleares. Mientras el resto de islas se estancaban o experimentaban una tímida mejora, su pequeña vecina rompía todas las estadísticas. Impulsada por la fidelización del turista transalpino y la incorporación del español, sobre todo catalanes y valencianos, llegó a gozar de un 96% de ocupación en agosto del 2010 y del 2011. Unos registros históricos que sólo encontraban parangón a principios de milenio. La bajada de poder adquisitivo de italianos y españoles ha cortado esta tendencia de raíz y el mes de junio ha sido el peor en diez años, con un 73% de ocupación. Nada extraño si tenemos en cuenta que ocho de cada diez turistas que se hospedan en la isla son italianos o españoles.
La presidenta de la Asociación Hotelera de Formentera, Noelia Ferrer, admite que la ocupación se resentirá toda la temporada, incluso en sus meses álgidos (julio y agosto), pero minimiza los efectos de la caída: “Todo hace pensar que será una temporada justita, pero también es verdad que era muy difícil repetir lo del año pasado. Por suerte, somos un lugar pequeño, de 7.500 plazas, y no necesitamos generar un volumen de entrada importante para llenarlas”. Aún así, los hoteleros isleños son conscientes de la necesidad de diversificar sus objetivos. “Tenemos que cap- tar nuevos mercados en Alemania y Gran Bretaña; nos ayudaría a no tener una dependencia tan fuerte del mercado italiano y a alargar la temporada, que cada año se acorta más”, subraya.
La crisis de España e Italia ha repercutido también en Menorca, donde suponen el segundo y el tercer mercado en temporada alta, respectivamente. El primero ha caído un 4,2% en junio respecto el mismo mes del 2011, mientras que el segundo ha registrado un descenso del 11%, según datos de la Asociación Hotelera de Menorca. En el conjunto de las Baleares sumaron el año pasado un total de 2.931.887 turistas, es decir, casi uno de cada cuatro de los que llegaron a las islas. Una dependencia demasiado alta, especialmente en tiempos de crisis.
El catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de les Illes Balears y experto en turismo Eugeni Aguiló explica que el mercado italiano “funciona en cierta manera como una moda, tiene el peligro de sufrir subidas y bajadas”. Y la caída se ha notado especialmente en Eivissa y Formentera, sus islas preferidas. “No se espera que la evolución del turismo italiano y español sea muy positiva, por eso diversificar es básico”, sostiene el profesor.
Se espera que los alemanes respondan un año más, especialmente en Mallorca, donde ya se han dado casos de overbooking en hoteles. En cuanto al turismo británico, se preveía una mejoría respecto al 2011, sobre todo por el cambio favorable entre la libra esterlina y el euro, pero la recesión la ha frenado. Rusia y los países nórdicos son mercados emergentes que podrían compensar la pérdida de otros segmentos. Y todo apunta que cada vez serán más importantes.