Un Silicon Valley en los Alpes italianos
La provincia autónoma de Trento crea un fértil ‘ecosistema de innovación’ gracias a las sinergias entre universidad, fundaciones de investigación y empresas
La ciudad de Trento se asociará para siempre a la celebración del concilio (1545-1563) con el que la Iglesia católica reaccionó al cisma protestante y trató de adaptarse a los nuevos tiempos. En el siglo XXI, esta apacible ciudad del norte de Italia –capital de la homónima provincia autónoma, también llamada Trentino– aspira a ser un modelo nacional y europeo de economía del conocimiento.
Desde hace cuatro decenios, el Trentino trabaja para convertirse en un Silicon Valley de los Alpes. En parte ya ha conseguido plasmar la consigna. Ha creado un fértil ecosistema de la innovación –punto central de su filosofía– que explota las sinergias entre su cada vez más prestigiosa universidad, las fundaciones de investigación presentes en la zona, grandes empresas asociadas y nuevas pequeñas compañías – start-ups y spin-offs– que surgen para comercializar las ideas de profesores y alumnos.
Una enorme ventaja de Trento es la complicidad del entorno político-administrativo con el esfuerzo científico y de innovación. La provincia administra el 90% de los impuestos que recauda. Además, debido a su pasado austrohúngaro, tiene una mentalidad más eficiente en la gestión de la cosa pública que el resto de Italia.
“Para nosotros, el mercado alemán y austriaco es un merca- do nacional a la hora de buscar socios industriales – afirma Davide Bassi, rector de la Universidad de Trento–. Eso marca la diferencia”. Aunque cuentan ya con 15.000 estudiantes, siguen siendo una universidad pequeña, lo que les permite ser más dinámicos y flexibles. Su fama se ha extendido. Entre quienes hacen el doctorado en sus facultades, el 70% son extranjeros.
“Creo que la Universidad de Trento comprendió antes que otras que hoy estamos en un mercado y que las familias, debido a la crisis, están cada vez más atentas a qué estudiarán sus hijos y dónde; saben que es una inversión muy importante”, opina Andrea Caranti, decano de la facultad de Ciencias.
El éxito de Trento la llevó a ser escogida como el único polo del sur de Europa de los laboratorios ICT (tecnologías de la informa- ción y comunicación) del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. En esa red de excelencia están Berlín, París, Estocolmo, Helsinki y Eindhoven.
“La investigación puede tener un fuerte impacto sólo si está en un ecosistema”, enfatiza Paolo Traverso, director de Trento Rise, el consorcio que hace de puente entre la universidad, la Fundación Bruno Kessler (FBK) y el mundo empresarial. Traverso, con larga experiencia profesional en Estados Unidos e Inglaterra, es uno de los cerebros que ha
regresado, atraído por el modelo de Trento. “Hay algo más que poner dinero –dice–. Es un ambiente muy friendly. El compromiso con la innovación abarca todo el recorrido, desde la decisión política hasta la experimentación práctica en la sociedad”.