Hotel de azares y cosas raras
La espléndida casa solariega Can Garriga, en Saifores, ligada a la estirpe de los condes del Asalto, es hoy un singular y divertido hotelito
Un confesionario, una casulla sacerdotal, muebles antiguos y raros, un viejo calentador-ducha de principios del siglo XX en un baño, en otro una estructura arbórea a modo de mampara, impactantes pinturas al fresco de variada temática, esculturas modernas, objetos decorativos orientales y un largo etcétera de raros cachivaches forman parte de la ecléctica decoración del hotelito El Asiento del Azar, nombre a su vez con embrujo.
Se lo puso la actual familia propietaria, originaria de Holanda, que vino a Catalunya con la intención de comprar un pequeño hotel y, tras visitar varias localidades costeras, decidieron adentrarse en el interior. El flechazo lo tuvieron con una casa solariega de Safoires, un barrio del municipio de Banyeres del Penedès, en la provincia de Tarragona. La casa es Can Garriga, que junto con Can Mata, son las más relevantes desde el punto de vista arquitectónico e histórico de Safoires. El barrio se desarrolló en realidad en torno a ellas.
El nombre del Asiento del Azar surgió porque en el hotelito el azar siempre ha planeado de alguna manera sobre los huéspedes. El matrimonio holandés ha invitado con frecuencia a artistas de su país natal a pasar temporadas en el hotelito y, a cambio, les ha pedido que dieran rienda suelta a su creati- vidad pintando frescos en las paredes, sobre lienzos o haciendo esculturas. En una ocasión, un profesor de dibujo holandés quedó prendado de uno de los frescos y se dio cuenta, horrorizado, que él había suspendido antaño al artista en uno de los exámenes de artes plásticas. En otra ocasión, un padre e hijo holandeses, ambos arquitectos, pernoctaron en el hotel y después emprendieron un viaje a Australia en plan aventurero. En el vasto continente, el azar les llevó a parar a una casa en que la pareja australiana también hacía poco tiempo que se había hospedado en el hotel.
Can Garriga es una espléndida casa solariega erigida en el siglo XIX sobre la base de una antigua casa rural. Habitó en ella la familia Morenés, que ostentaban los títulos de condes del Asalto, marqueses de Grigny y barones de las Cuatro Torres. Fue precisamente Teresa de Morenés y Urquijo, una de las descendiente de esta estirpe, la que vendió Can Garriga a sus actuales propietarios. La casa fue sometida a una profunda restauración y modernización y reconvertida en hotelito, prioritariamente visitado por extranjeros.
Se aposenta en un hermoso jardín de 900 m2, poblado de árboles ornamentales y de frutales. Su estructura la componen varios cuerpos. El principal exhibe una fachada perforada por las doce ventanas de la galería, donde hoy se ubica el salón principal y comedor. Alberga siete habitaciones y seis cuartos de baño.