CONSEJO IRLANDÉS A ESPAÑA
Amedida que España entra en un periodo de plena austeridad y emprende un polémico rescate bancario, puede resultar oportuno dirigir la mirada al norte, en dirección a Irlanda, para observar lo que puede deparar el futuro.
La expansión económica de Irlanda a partir del 2001 fue, en realidad, poco más que una burbuja inmobiliaria alimentada por el crédito barato procedente de la Europa continental y por las generosas exenciones fiscales irlandesas en la inversión inmobiliaria y las políticas fiscales pro-cíclicas. La burbuja inmobiliaria se pinchó y acabó en una crisis bancaria catastrófica en el 2008, cuando la crisis crediticia paralizó los mercados financieros globales.
Para evitar una quiebra bancaria inminente, el Gobierno irlandés tomó una decisión tristemente célebre y fatídica: actuar como garante de todas las pérdidas del sector. Demostró ser un terrible error que ha costado hasta la fecha al Estado irlandés 64.000 millones de euros; a escala proporcional y en relación con el tamaño de la economía española, más de 430.000 millones de euros. Fue uno de los rescates bancarios más costosos de la historia mundial. La lección en este caso para España es sencilla. No debería extenderse un cheque en blanco para salvar a los bancos. España debería actuar con suma cautela antes de comprometerse a garantizar a cualquier banco español y debería considerar alternativas como el cambio de deuda en manos de acreedores de los bancos por acciones.
Las finanzas públicas de Irlanda se vieron sometidas a una fuerte presión a raíz de la crisis del 2008. Los ingresos fiscales cayeron en un tercio, mientras que el gasto público se disparó debido a la crisis de desempleo.
Hasta la fecha, Irlanda ha puesto en marcha medidas de austeridad equivalentes a más de 24.000 millones de dólares (unos 19.500 millones de euros), el 15% del PIB. La dura austeridad en Irlanda ha impedido una recuperación de las cifras de empleo y ha sofocado también una posible recuperación de la economía. Las cifras de empleo siguen bajando mientras la economía interna de Irlanda, medida en PNB (producto nacional bruto), ha vuelto a caer en recesión. Pasarán años antes de que la producción económica vuelva al nivel del 2008. Los índices de pobreza y desigualdad aumentan año tras año.
De modo que ¿cuáles serán los probables impactos del programa de austeridad en España? Los estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI) indican que la consolidación fiscal o austeridad ejerce un efecto de contracción sobre el empleo así como sobre la producción económica. Estos análisis indican que una consolidación fiscal equivalente a un 1% del PIB reduce normalmente el PIB en alrededor de un 0,5% durante dos años mientras que eleva el índice de paro en alrededor de 0,3 puntos porcentuales. El paro –sobre todo el juvenil– constituye el principal problema social europeo. Sin embargo, la tendencia actual de austeridad no hará más que agravar esta crisis.
¿Cuáles son las alternativas tratándose de España? Los bonos españoles a diez años se están cotizando actualmente a más del 6% en el mercado secundario; el margen de maniobra es limitado y es inevitable un cierto grado de consolidación presupuestaria. No obstante, España puede aprender de los errores de Irlanda, un ejemplo perfecto de los fallos de las estrategias centradas exclusivamente en la austeridad. Como era de esperar, la política restrictiva contrae la economía y el programa de austeridad de España, inevitablemente, conducirá a un estancamiento económico prolongado.
Sin embargo, la consolidación fiscal inteligente es posible. Por ejemplo, deberían hacerse todos los esfuerzos posibles para proteger a las personas de bajos ingresos de los peores efectos de las medidas de austeridad. Tanto la teoría económica como las pruebas disponibles indican que las personas con bajos ingresos reinvierten la mayor parte, si no la totalidad de sus ingresos, en la economía local. Por otra parte, las personas de ingresos más elevados tienden a ahorrar una porción mayor de sus ingresos. Ello implica que las medidas de austeridad dirigidas a quienes tienen mayores ingresos ocasionarán menores daños a la demanda agregada y a la economía nacional. Los recortes del presupuesto de capital deberían asimismo reducirse al mínimo, del mismo modo que recortar la inversión no haría más que limitar la capacidad de España para crecer a mediano y largo plazo.
Los problemas actuales, tanto en Irlanda como en España, son un síntoma del mal diseño de la zona euro. El tipo de interés igual para todos motivó una inadecuada asignación del crédito que amplificó el ciclo de auge y crisis. Es sencillamente incompatible centralizar la política monetaria y al propio tiempo no centralizar la supervisión y regulación de los sectores bancarios, manteniendo a la vez los demás instrumentos de la política económica en manos de sus miembros.
La zona euro es frágil porque sus miembros emiten deuda en una moneda sobre la cual no tienen control; países de la eurozona están efectivamente dolarizados, aunque con euros, de la misma manera que las economías emergentes dependen de una moneda extranjera. Los países miembros no pueden obligar a su banco central a comprar deuda pública y la tendencia desfavorable del mercado puede empujar a determinados países hacia un ciclo de retroalimentación ne-
España no debería entregar un cheque en blanco para salvar a sus bancos como hizo Irlanda
gativa a través de una escalada de los tipos de interés. Irlanda, Portugal y Grecia ya han sido atrapados de esta manera y obligados a entrar en programas de rescate. La pesadilla de las autoridades europeas es que España o Italia sean los próximos en caer.
¿Qué puede hacerse? Otorgar una licencia bancaria al Mecanismo Europeo de Estabilidad le permitiría actuar como prestamista de última instancia mediante la compra de bonos soberanos, ya que podría a continuación invertir el procedimiento para el empleo de esos bonos con la garantía del Banco Central Europeo (BCE). Esto pondría techo a los intereses de los bonos españoles, lo que impediría que la dinámica de la deuda de España llegara a ser insostenible. Utilizando una fórmula matemática se puede fijar un tipo de interés para cada país que no debería ser rebasado para hacer automático el apoyo del BCE e incorporar el grado de cumplimiento con el pacto fiscal para incentivar la prudencia fiscal. Asimismo se debería crear lo antes posible una unión bancaria en la que una autoridad europea sea responsable de la supervisión, la regulación y la resolución de crisis bancarias.