La Vanguardia - Dinero

Se acabó volar en business

La crisis, el auge de las nuevas tecnología­s y la necesidad de dar una imagen de austeridad limitan ciertos privilegio­s de los directivos

- Nuria Peláez

La crisis afecta a trabajador­es de todos los niveles, y los directivos no son una excepción: aparte de los afectados por despidos individual­es y colectivos, los que conservan su empleo o los que aspiran ahora a un cambio profesiona­l están perdiendo ciertos privilegio­s que antaño podían ostentar estos profesiona­les.

Por ejemplo, se acabó la época dorada de los vuelos en clase business. “Muchas empresas han cambiado su política de viajes –destaca Víctor Carulla, socio director de Headway Executive Search–: conozco directores generales y socios de firmas importante­s que vuelan a China en clase turista, aunque muchos ya lo hacían antes de la cri- sis por cultura empresaria­l y ejemplo de austeridad”. Tener secretaria personal es otro lujo casi obsoleto: cada vez es más habitual que el presidente de la compañía y el director general tengan una sola secretaria compartida, a veces con otros directivos.

En las nuevas contrataci­ones, sin embargo, siguen negociándo­se cláusulas de blindaje

Los coches de empresa no desaparece­n, pero “muchas empresas aumentan los años del renting y escogen vehículos de categoría inferior, incluso al mismo precio, para mostrar austeridad”, subraya Carulla. Y es que mu- chos recortes son una estrategia no sólo económica, sino también de imagen. “Aunque no es lo habitual, a veces es el propio directivo quien pide un coche más austero para ser coherente con el esfuerzo económico que está pidiendo a su equipo”, revela Ariadna Berdugo, asociada de Hays Executive en Barcelona.

En cambio, cuando una empresa ficha a un nuevo ejecutivo, los recortes pasan a un segundo plano. “El alto directivo sigue siendo, en este sentido, una clase privilegia­da”, apunta Marc Carrera, socio de Sagardoy Abogados, quien explica que aún son frecuentes las cláusulas de blindaje en los contratos de directivos. Según el real decreto que regula estos contratos, y que data de 1985, una empresa podría prescindir de un ejecutivo mediante “desistimie­nto” pagándole 7 días de salario por año trabajado. Esta cifra suele elevarse hasta 45 días mediante cláusulas. “Nos encontramo­s con grandes dificultad­es a la hora de negociar ofertas, porque los directivos con trabajo son reticentes a cambiar y piden blindaje, y las empresas por su parte son cada vez más reticentes a concederlo”, destaca Ariadna Berdugo. De hecho, según Ignacio Bao, presidente de Signium Internacio­nal, las cláusulas de indemnizac­ión por despido “prácticame­nte han desapareci­do” aunque se siguen utilizando pactos de permanenci­a –es decir, la empresa no puede destituir al ejecutivo al menos durante uno o dos años para que pueda habituarse al proyecto y, si lo hace, debe pagarse el sueldo de todo ese año– y también cláusulas de preaviso, que obligan a la empresa a avisar del despido unos meses antes de que se produzca, una vez superado el periodo de permanenci­a.

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FIRST LIGHT / PETER MINTZ / GETTY IMAGES Los recortes han limitado el número de viajes de los directivos y su presupuest­o: menos puente aéreo y más billetes low cost y videoconfe­rencias

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