Portugal fracasa
La aerolínea TAP no puede venderse
La privatización de la TAP, la aerolínea de bandera portuguesa, recordaba a las maniobras de los clubs de fútbol para nacionalizar a sus fichajes sudamericanos. Para poder comprar la compañía, el empresario brasileño Germán Efromovich obtuvo un pasaporte de la Unión Europea (UE), de Polonia, país del que huyeron sus padres para salvarse de los nazis. Pero al final, el Gobierno luso decidió el jueves no adjudicarle la TAP al considerar insuficientes sus garantías bancarias. Fue el sorprendente desenlace de una fallida operación que evidencia las dificultades de las privatizaciones en medio de la tempestad financiera del sur de Europa, agravadas por la mala coyuntura del sector aéreo. Y el próximo jueves Portugal debe resolver la concesión de sus aeropuertos, un negocio con un volumen mucho mayor.
“El Gobierno acelerará el programa de privatizaciones”, se afirma en el punto 3.31 del Memorándum de Entendimiento con la troika (UE, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo), firmado el 17 de mayo del 2011 a cambio de los 78.000 millones del rescate.
Las compañías en venta están detalladas en este texto que se ha convertido en una especie de super-constitución portuguesa. Estaban incluidas en este paquete la eléctrica EDP y la gestora de la red eléctrica REN, que fueron vendidas a empresas públicas chinas. La segunda fase la conformaban la TAP y la compañía de gestión de los aeropuertos, ANA, además de otras como la de correos o la de mercancías ferroviarias. Y aunque no figuran en el memorándum, también está sobre la mesa la enajenación de la televisión pública RTP y de la Caixa Geral de Depósitos.
El Gobierno del conservador
La aceleración de las privatizaciones es una imposición de la troika a Portugal a cambio de la ayuda externa
Pedro Passos Coelho presentó como un éxito la venta el año pasado del 21% de la EDP a la china Tres Gargantas, por 2.700 millones de euros. El precio superaba un 53% la cotización bursátil en una operación que le servía a Portugal para seguir optando al título de alumno aventajado de la troika, frente a los incumplimientos de Grecia. La cesión de soberanía a una empresa pública de una dictadura fue una cuestión agitada por la oposición de iz- quierdas, pero a la que no se le dio una gran relevancia.
La venta de la TAP resultó mucho más complicada, una vez que la legislación comunitaria impide que empresas de fuera de la UE adquieran más del 49% de aerolíneas europea. Este era el requisito que su ascendencia polaca permitió cumplir a Efremovich, nacido en Bolivia, asentado en Brasil y propietario de la aerolínea colombiana Avianca.
Como Lufthansa y el consorcio de Iberia y British Airways desistieron de su interés por la TAP, sólo quedó una candidata, Synergie, la empresa de Efromovich, quien se comprometía a pagar 35 millones al Estado, mientras aportaba en total 1.500 millones, a través de la recapitalización de la empresa y la absorción de su pasivo. La falta de garantías de esta financiación provocó que se frustrase la venta. Así, la privatización de TAP queda pendiente para el 2013 o el 2014, lo que abre la puerta a la reestructuración de la empresa que, si bien logra beneficios en su negocio aéreo, está lastrada por su pasivo y por una filial de Brasil.
Si en el caso de la TAP el objetivo del Gobierno era garantizar la viabilidad de la aerolínea, en el de los aeropuertos busca ingresos para paliar el desequilibrio del presupuesto, pues el concurso, que lideran la empresa francesa Vinci y la gestora del aeropuerto de Frankfurt, debe reportar a Portugal más de 2.500 millones.