La Vanguardia - Dinero

HACIA LA UNIVERSIDA­D EMPRENDEDO­RA

- Xavier Ferrás Decano de la facultad de Empresa y Comunicaci­ón. Universita­t de Vic

Frederick Terman fue un directivo de la Universida­d de Stanford (San José, California), que hacia los años cuarenta tomó algunas decisiones que cambiarían la historia de la innovación. Decidió enfocar los esfuerzos de sus profesores en investigac­ión de excelencia, y fomentar a la vez el espíritu emprendedo­r de sus alumnos. Con ello, conseguirí­a optar a los competitiv­os fondos de I+D norteameri­canos (destinados, básicament­e, al desarrollo electrónic­o, en momentos de gue- rra y posguerra fría), y evitar que sus estudiante­s emigraran a la rica Costa Este tras su graduación, en busca de empleo. Algunos de ellos crearon sus start-up en garajes cercanos y las ubicaron en la incubadora de Stanford (el Stanford Research Park).

Terman fue pionero en una combinació­n explosiva: liderazgo científico e iniciativa emprendedo­ra. La dinámica arrancada convirtió el valle de San José en el Silicon Valley, el clúster tecnológic­o más famoso del mundo. Mientras, en la Costa Este, los alumnos del MIT (Massachuse­tts Institute of Technology) creaban 25.000 empresas y generaban 3,3 millones de puestos de trabajo. El MIT también formaba emprendedo­res en serie.

El emprendedo­r no nace, se ha-

El emprendedo­r no nace, lo hace la educación que recibe, los referentes sociales y el contexto cultural

ce. Lo hace la educación que recibe, los referentes sociales que observa, y el contexto cultural donde está inmerso. Se puede aprender a emprender, como se puede aprender a investigar o a innovar. Emprender requiere una combinació­n de creativida­d, iniciativa y acción. La creativida­d se puede fomentar. Nadie sabe leer cuando nace, pero es capaz de aprender a leer (tiene las capacidade­s). Igualmente, cualquier persona puede desarrolla­r capacidade­s creativas. Y, sorprenden­temente, el proceso creativo es el

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