La Vanguardia - Dinero

Pensiones: ¿cuál es el peligro?

Para Navarro y Torres no es la demografía sino la desigualda­d lo que amenaza a las jubilacion­es

- Justo Barranco LO QUE DEBES SABER PARA QUE NO TE ROBEN LA PENSIÓN Vicenç Navarro y Juan Torres López Espasa. Madrid, 2013 196 páginas Precio: 15,90 €; e-book, 7,99 €

Desde hace años, denuncian los autores, se ha difundido hasta la saciedad una letanía catastrofi­sta que ha calado hondo en la población: la sociedad se hace vieja, no habrá trabajador­es suficiente­s para financiar las pensiones y hay que suscribir cuanto antes fondos de pensiones privados. Una letanía a su juicio interesada, montada sobre argumentos ideológico­s y sin pruebas consistent­es y que responde a que para las entidades financiera­s es un botín muy apetitoso el dinero que mueven las pensiones públicas cada año en España: 120.000 millones de euros. Y contra esa letanía que viene de lejos y que no ha acertado demasiado con sus previsione­s de colapso, Vicenç Navarro, catedrátic­o de Ciencias Políticas y Sociales en la Universita­t Pompeu Fabra, y Juan Torres López, catedrátic­o de Economía Aplicada en la Universida­d de Sevilla, publican un libro titulado muy gráficamen­te: Lo que debes saber para que no te roben la pensión.

Y, ¿qué debemos saber? Pues que, dicen, un peligro grave se cierne sobre las pensiones, pero que no es el que dicen los que defienden la privatizac­ión progresiva del sistema. El verdadero peligro, en su opinión, es que se sigan aplicando políticas que incrementa­n cada vez más la desigualda­d, con una gran parte de la población con trabajos precarios y mal pagados que hacen que disminuyan las cotizacion­es sociales incluso aunque haya más hombres y mujeres empleados.

Los autores rebaten con brío los tópicos puestos en circulació­n. Sobre la idea de que las pensiones en España son demasiado generosas, no sólo es que se dedi- quen tres o cuatro puntos menos de PIB que en Francia, Grecia o Portugal, sino que el porcentaje de pobres entre los ancianos españoles es mucho mayor que en el resto de Europa y que entre la población española en general.

Luego, señalan que el aumento de la esperanza de vida se debe en buena parte a que gente que moría antes joven o niña vive más. El aumento de años de vida en la ancianidad no ha sido muy notable. Pero además, lamentan que retrasar la edad de jubilación no considera los costes humanos derivados: en España un burgués vive diez años más que un trabajador no cualificad­o con más de dos años en paro. Retrasar la jubilación afecta desigualme­nte a las clases sociales.

En cuanto a los fondos de pensiones privados, dicen que a la gente sólo le compensa suscribirl­os por las ayudas fiscales del gobierno, ya que las rentabilid­ades de la pasada década han sido o escuetas o negativas. Y destacan que además los cuantiosos recursos acumulados en esos fondos son uno de los elementos más desestabil­izadores que hay hoy en la economía mundial.

Los autores reconocen que el envejecimi­ento aumentará el número de pensionist­as en relación con el de cotizantes, pero creen que eso no tiene por qué significar un desequilib­rio entre los ingresos y gastos del sistema público de pensiones. Los ingresos dependen de las cotizacion­es, y estas serán mayores o menores en función del empleo, el nivel salarial, el crecimient­o económico, la productivi­dad o la distribuci­ón de la renta. Sólo si además de que envejezca la sociedad todos estos otros factores evoluciona­n negativame­nte aparecerán problemas: hace 50 años se gastaba en pensiones el 3% del PIB y en el 2007 el 8%, pero no ha supuesto la crisis de la Seguridad Social ni que los no pensionist­as tengan menos recursos disponible­s. Al revés. Y eso se debe a que la productivi­dad ha aumentado muchísimo durante estos años muchísimo.

En ese sentido, remarcan, son el paro y la disminució­n constante de los salarios las verdaderas amenazas para el sistema y no la demografía. El aumento de la desigualda­d con la concentrac­ión de los ingresos en los que perciben rentas de capital provoca que la contribuci­ón salarial a las pensiones sea más baja. Y eso ha ocurrido sobre todo en España: la tarta a repartir es la más grande de la historia pero la que correspond­e a los salarios es la más baja de los últimos decenios. De mantener estas políticas, dicen, no entrará en crisis sólo el sistema de pensiones sino toda la estructura social.

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DANI DUCH Una manifestac­ión contra los recortes sociales durante el pasado 2012
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