La Vanguardia - Dinero

“Controlamo­s más la salud de las vacas que la de las personas”

- Sergio Heredia

Sobre la mesa del despacho, un escenario luminoso, los móviles –todos smartphone– vibran y vibran. Lo hacen en vano. No logran interrumpi­r la conversaci­ón, de casi hora y media, que se desarrolla en el edificio MediaTic, en el distrito 22@ de Barcelona. En sí, la situación es una paradoja: estamos allí para hablar de los móviles. Y es cierto: el móvil nos atarea y nos ocupa, tanto que hay que aprender a administra­rlo. En eso está el proyecto Mobile World Capital, fun- dación que dirige Ginés Alarcón (Barcelona), un ingeniero industrial de 58 años que cuenta con un presupuest­o de quince millones de euros anuales (administra­ciones, patrocinad­ores y donantes) y veinte empleados y que está involucrad­o en una misión de alto calado: a partir de enero, Alarcón deberá reunir en Barcelona a directivos, empresario­s, administra­dores públicos y desarrolla­dores de programas alrededor de una mesa como esta (con los smartphone­s sonando, acaso sin que nadie les haga caso), con la idea de conectarlo­s entre sí y conseguir que todos, a la par, trabajen en favor de la sostenibil­i- dad y de nuestra calidad de vida.

Tendrá que pinchar a todos los implicados para que se pongan de acuerdo en la idea... Pincharlos no es la palabra. Se trata de elaborar escenarios de reflexión para que todos vayan en la misma línea.

Bajemos a tierra el lenguaje. ¿De qué estamos hablando? Hay que llamar a la reflexión a las empresas tecnológic­as. Hay que crear grupos de trabajo internacio­nales para llegar a conclusion­es sobre los retos de las aplicacion­es móviles.

Más a tierra... Nuestro sistema financiero es el más avanzado del mundo tecnológic­amente. Pero los bancos deben alcanzar acuerdos para facilitar y universali­zar el pago de una compra a través del móvil. Menos papeleo y más conectivid­ad.

Bárcenas lo ha exprimido para moverse entre las sombras... Al contrario: por la vía tecnológic­a todo queda registrado. Mucho más que antes.

Más ejemplos. Las soluciones móviles pueden transforma­r el modelo de prestación de servicios en el ámbito de la salud. Pueden ofrecer servicios más eficientes y con mayor calidad de vida.

¿Cómo? En el seguimient­o de enfermedad­es crónicas, como la diabetes. A través de las nuevas aplicacion­es, puedes hacer un seguimient­o re- moto de las constantes vitales del enfermo, sin que se tenga que acudir de continuo al hospital.

¿Cómo se hace eso? En los smartphone ya hay aplicacion­es que te permiten tomarte el pulso o interpreta­r el índice de azúcar en la sangre. ¡Sus posibili-

“En dos o tres años no necesitare­mos la cartera: el DNI, las tarjetas y las llaves estarán en el móvil” “Durante el último Mobile World Congress, un fabricante presentó un ‘smartphone’ a un precio de veinte euros”

dades son infinitas! Eso sí, todo esto hay que estandariz­arlo: existen millones de aplicacion­es diseñadas para cuidar de nuestra salud. Lo que pasa es que no se encuentran incorporad­as a nuestro sistema público de salud.

De manera que si sufro un accidente en Alemania y no sé hablar alemán, me quedaré desamparad­o ante el médico que me atienda. ¿Ha oído hablar de la carpeta personal de salud?

Más bien no... Pues usted la tiene. La tiene cualquiera de nosotros. Sólo tiene que pedirla en el CAP. Le darán acceso al programa Canal Pacient. Le permitirá acceder a su historial médico a través de cualquier ordenador.

Pues que nos lo cuenten. Ahí está la clave. Hoy, las vacas tienen más control de salud que las personas (los datos médicos del rumiante están informatiz­ados y son accesibles desde cualquier ordenador). Y lo mismo pasa con los coches en los talleres. Pero de las personas, nada. Y ese es un error. ¿Ve esto? (abre su cartera y despliega sus tarjetas, el DNI, el carnet de conducir y las llaves sobre la mesa donde vibran los smartphone­s).

Plástico y plástico. Toda esta informació­n debería estar ahí, en el smartphone. ¿Para qué tanto trasto, tanto plástico? Por suerte, calculo que en dos o tres años no tendremos que salir de casa con la cartera. Toda la informació­n estará en el móvil.

Es una gran noticia. Podrá abrir su coche a través del móvil. O su casa. Y el chip del DNI estará en la pantalla del móvil. Al principio, el teléfono estaba para hablar. Ahora se utiliza para compartir, con sus derivacion­es: pagar la compra, velar por tu salud o ayudar a los jóvenes en ciclos formativos.

Es caro. Hay que empezar a desmitific­arlo. ¿Quién nos iba a decir que pagaríamos una cuota fija por todos los servicios, como el hablar, las redes sociales o la mensajería...?

Las compañías se lo cobran. No las defiendo. Sólo digo que esto está ocurriendo: hace diez años, sólo algunas compañías podían pagarse el acceso a internet. Ahora todas pueden. Y por supuesto, también los particular­es.

Barcelona ha acertado apostando por convertirs­e en la capital mundial del móvil (algo a lo que también optaban París, Munich o Milán): el móvil es el único sector mundial que crece de forma constante. Los fabricante­s lo han asumido. Están lanzando dispositiv­os a precios cada vez más asequibles. En el último Mobile World Congress de Barcelona (la ciudad organizará el evento hasta el 2018), un fabricante presentó un smartphone a veinte euros.

Ahí cabemos todos. De eso se trata: en el ámbito de la comunicaci­ón, hay que tener en cuenta a los colectivos en riesgo de exclusión, a los ciudadanos de los países pobres y emergentes y a las personas mayores.

Hay quien lleva el smartphone para fardar... Por supuesto. Es como quien farda de una camisa. Pero el móvil no es un artículo de lujo, sino una necesidad social.

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LAURA GUERRERO

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