Medida anticultural
El irritante señor Wert, todavía ministro de Cultura español cuando escribo esto, ha sido ya debidamente parodiado en programas cómicos de televisión, quizá porque su brillante cráneo (lo digo en un sentido meramente físico, dermatológico) le da un innegable aspecto de malvado de película, y concretamente de archienemigo del agente 007. Un villano, pues, de manual, decidido a reducir a escombros no al habilidoso y follador señor Bond, sino a la cultura viva española, y más aún a la catalana.
Sin embargo, a veces las apa- riencias engañan, y finalmente es más bien el fenómeno llamado Montoro quien se ha aplicado con mayor determinación a acabar de una vez por todas con la cultura, como decía Woody Allen. Por supuesto, la actitud de Montoro no es contracultural, sino anticultural. Su encono contra el mundo de la cultura parece más propio de un personaje resentido y vengativo tipo Fu Manchú que de un responsable de la vida económica de un país (o de varios, que en una península caben cuatro o más).
En cualquier caso, la consecuencia de la acción anticultural del actual Gobierno español –hostil también a la investigación científica– es un horizonte de irremediable decadencia general, también económica. Este panorama afecta muy negativamente a los países dependientes del lamentable estado del Estado español –valga la redundancia–, como es el caso de Catalunya. (Continuará)
NAUS, la serie de Manel Esclusa, se estrenó en la recién desaparecida galería René Metras