África, una mirada sobre la última frontera
El continente es objeto de interés por el positivo cambio que está en marcha y supone en estos momentos una buena oportunidad de inversión para las empresas de nuestro país
Nadie debe extrañarse de que en su reciente viaje a Sudáfrica, el presidente Obama se dirigiera a los universitarios asegurando con voz firme que “África no va a tener un mejor compañero que Estados Unidos para fortalecerse”. En realidad, lo mismo podía haber dicho el presidente chino, o incluso el indio o el japonés... Todos quieren a África, aunque la pulla de Obama iba dirigida a los chinos que ya les han adelantado en inversiones e influencia y siguen en ello. Por ello les advirtió que “si en África se construye una carretera, aseguraos de que se contrata a africanos (no a chinos)”.
África ha sido bautizada por consenso como la última frontera. El continente atesora hoy, entre otras, el 12% de las reservas mundiales de petróleo, el 40% de las de oro, el 90% de las de platino y cromo... y el 60% de las tierras arables y no cultivadas del mundo. Casi nada, el futuro granero para alimentar una población que no cesa de crecer. Los chinos ya lo saben. Un reciente estudio del McKinsey Global Institute apuntaba las cinco oportunidades top para invertir en África. La prime- ra y mayor, la agricultura, apuntando que un buen número de fondos de private equity están en ello para financiar la producción. La segunda es el turismo. Muchos países como Kenia, Mauricio, Seychelles, Tanzania... ya están en los mejores catálogos y recomiendan a inversores extranjeros asociarse con los gobiernos para concesiones en parques naturales. La minería es el tercero. Cita la industria minera nigeriana como especialmente subdesarrollada. Todo tipo de metales siguen en reservas inexplotadas en el Congo, Tanzania, Namibia, Zambia... Las infraestructuras configuran la cuarta oportunidad. Son absolutamente necesarias para apoyar el crecimiento de África. El déficit es enorme. El Banco Mundial estima en 80.000 millones de dólares (unos 63.000 millones de euros) la inversión necesaria en una primera fase. Y, por último, cita los bienes de