Trabajar rodeados de bacterias
Los gérmenes se propagan con rapidez en los espacios de trabajo, provocando enfermedades
Si, sentado en su silla de trabajo, un empleado pudiera ver todo lo que hay en su alrededor, descubriría que está rodeado de bichos. Y no precisamente de jefes o compañeros repelentes, sino de gérmenes reales. La Universidad de Arizona (Estados Unidos) hizo hace unos meses una curiosa investigación en una oficina de su propio campus. En ella participaron 80 trabajadores, algunos de los cuales recibieron unas gotas en las manos: en la mayoría era sólo agua, pero uno de los empleados recibió, sin saberlo, una gota que contenía virus artificiales que imitaban el resfriado, la gripe y una infección estomacal. Los empleados se incorporaron a su trabajo como cualquier otro día: cuatro horas después, los investigadores analizaron las superficies de contacto habitual en la oficina y las manos de los trabajadores, descubriendo que más del 50% de las superficies y de los empleados estaban infectados con al menos uno de los virus. Al final de la jornada laboral, los virus del res- friado y la gripe, de breve supervivencia, ya se habían disipado, pero el virus estomacal se había seguido propagando hasta infectar el 70% de las superficies analizadas. “La mayoría de gente piensa que son la tos y los estornudos los que propagan los gérmenes, pero el número de objetos que tocamos en una oficina es increíble”, destaca el profesor de la Universidad de Arizona Charles Gerba.
Si hiciéramos un seguimiento detallado de todas las superficies que toca un trabajador durante
La contaminación es 400 veces mayor en la oficina que en la taza de un váter, según un estudio francés
su jornada laboral repararíamos en la cantidad de focos de gérmenes con los que tomamos contacto a lo largo del día (véase gráfico adjunto). El año pasado, la firma Kimberly-Clark presentó un estudio que, a partir del análisis de 250 empresas francesas de todos los tamaños, concluía que el número de gérmenes presentes en una oficina media es 400 veces superior al que hay en la taza de un váter. Además, las zonas con una mayor concentración de microbios son lugares tan curiosos como las puertas (38%), los botones del ascensor (20%), las barandillas (14,5%) o las máquinas de vending (10,5%). “Si tenemos en cuenta que una persona se mete la mano en la boca de media dos veces por hora, es fácil entender cómo los gérmenes que están en el ambiente y en los objetos llegan al tubo digestivo”, explicaba en el estudio el cardiólogo y nutricionista Frédéric Saldmann. Como resultado, advertía el estudio, el 20% de los franceses ha contraído alguna vez una enfermedad de tipo contagioso en su lugar de trabajo, de los cuales más de la mitad ha pedido la baja laboral, lo que supondría para cada empresa unas pérdidas derivadas del absentismo y de la falta de productividad asociada de 1.000 euros por año y asalariado.
“A diferencia de países como Estados Unidos, en España las empresas y los trabajadores no suelen ser conscientes de la cantidad de gérmenes que se propagan en un espacio de trabajo”, advierte Adriana Di Ippolito, porta- voz de Kimberly-Clark. Esta compañía ha lanzado un proyecto que, bajo el lema “The healthy workplace project” (proyecto por un espacio de trabajo saludable), pretende implantar en las oficinas protocolos higiénicos que reduzcan el contagio. La firma propone a las empresas lanzar campañas informativas a sus empleados y colocar en puntos estratégicos de las oficinas medidas como higienizadores de manos o toallitas húmedas para que el propio empleado limpie su teclado o su teléfono. En España, el proyecto se ha empezado a aplicar de forma piloto en la firma de tecnologías de la información y la comunicación Tecnocom, en una sede madrileña en la que trabajan unas 200 personas. “Para una empresa de nuestro sector, reducir el absentismo es fundamental para nuestras ratios de rentabilidad”, destaca Susana Navarro, portavoz de Tecnocom. Los empleados de la empresa llevan varios meses aplicando voluntariamente este tipo de medidas de higiene y, periódicamente, los técnicos de Kimberly-Clark pasan por la oficina para medir, con un aparato específico, los gérmenes que hay en el ambiente.