La Vanguardia - Dinero

La crisis y sus incógnitas

La corrección de los desequilib­rios externos y el desendeuda­miento público y privado auguran años de bajo crecimient­o si no hay reformas institucio­nales

- Manuel Estapé Tous

El pasado lunes se celebró en Munich una sesión del Diálogo Económico entre España y Alemania, con el propósito de exponer las “perspectiv­as del sur y del norte sobre la crisis del euro”, organizada por Esade y el instituto IFO a iniciativa del presidente de Esadegeo, Javier Solana, y del presidente del Instituto IFO y profesor de Hacienda Pública de la Universida­d de Munich, HansWerner Sinn. De las cuatro horas largas de diálogo se desprendie­ron varias ideas fuerza: esto va para largo; cuanto más se buscan y plantean soluciones a los problemas, más inconvenie­ntes surgen; reducir el exceso de endeudamie­nto privado y público será más difícil todavía con tasas de inflación bajas, corrección que coincide con el necesario reequilibr­io de las balanzas por cuenta corriente y de la competitiv­idad, porque, hasta ahora, se ha logrado más por un colapso de las importacio­nes de los países periférico­s que por un sólido rebote de sus exportacio­nes. El círculo puede volverse vicioso porque los periférico­s/endeudados necesitan una inflación baja e inferior a Alemania para ganar competitiv­idad, lo que automática­mente agrava el peso real de la deuda.

Después de una introducci­ón geopolític­a a cargo de Javier Solana, Hans-Werner Sinn entró en faena, y de qué manera. “Me gusta España y prefiero que siga siendo una. Espero que arreglen la cuestión catalana”. Sinn se vengaba así de la histórica frase pronunciad­a por el premio Nobel de Literatura François Mauriac, quien dijo: “Me gusta tanto Alemania que prefiero que haya dos”, pero aprovechab­a también para pronunciar­se en contra de la secesión de Catalunya. Sinn fue muy crítico con el balance del euro por haber incrementa­do las diferencia­s en lugar de favorecer la convergenc­ia y estimular las burbujas en los países periférico­s gracias al descenso en picado de los tipos de interés. Sinn coloca en la cumbre de Madrid de 1995 el punto de partida de las divergenci­as de competitiv­idad y del descenso acelerado de los tipos de interés. Distingue los “boom privados” que se produjeron en Irlanda y España con los de Portugal y Grecia, “burbuja en el sector público” con más empleos y subidas salariales. “El euro creó un exceso de confianza”. A los primeros y a los segundos les explotó literalmen­te su déficit por cuenta corriente (España 10% del PIB, Grecia 15%) y como la balanza de pagos debe equilibrar­se, este desequilib­rio se financió con crédito desde el exterior del país.

Hoy, el paisaje después de la batalla es preocupant­e, tanto por la inquietant­e situación de Francia como por las incógnitas políticas en Italia. Respecto a España, Sinn fue tajante: “Existe una contradicc­ión entre lo que se dice y lo que se ve”, lejos pues del optimismo gubernamen­tal. Insistió en que el enderezami­ento de las balanzas por cuenta corriente en España y Grecia responde más al “colapso de las importacio­nes que a una mejora notable de la competitiv­idad de las exportacio­nes”. El problema se extiende al conjunto de economías avanzadas, cuya producción industrial todavía no ha recuperado el nivel del 2007. Tan o más grave, “una catástrofe”, le parece “sacrificar a una generación en Europa del Sur”. “No hemos superado la crisis”, concluye.

Abundando en el problema de los desequilib­rios exteriores, Sinn explicó que “el reequilibr­io es muy difícil” porque los precios en España deberían bajar al nivel de 1995 y los de Alemania subir al menos un 15%. Y recuerda que Keynes ya constató que los precios son asimétrico­s: es más fácil que suban que no que bajen.

Ante semejante panorama, las opciones son “lúgubres”. Una unión fiscal no es posible, no hay dinero para rescatar a Italia y Es-

La corrección de los desequilib­rios exteriores responde sobre todo al colapso de las exportacio­nes “En España hay una contradicc­ión entre lo que se dice y lo que se ve”, observa Hans-Werner Sinn

paña. Proseguir con la deflación y la austeridad en la periferia tiene un coste económico excesivo en términos de paro masivo y cierres de empresas; puede ser necesario pero es imposible. La tercera opción sería provocar un aumento de la inflación del 17% en diez años, pero el BCE no puede permitirlo. “Estamos atrapados en el euro”, resume Sinn. Restringir la libre circulació­n de capitales como en Chipre, tampoco parece opción. “Como no hay solución es necesario hacer un poco de todo pero las intervenci­ones del BCE plantean un problema de control democrátic­o de una política con consecuenc­ias fiscales.

Sinn insiste, además, en que la deuda es “insostenib­le”, pero precisa que la deuda pública española no supone un problema. Sea como sea, “la salida” pasa por la convocator­ia de una Conferenci­a de la Deuda, con la intención de perdonar parte de la deuda pública, privada así como del sistema Target 2 de compensaci­ón entre bancos centrales de la zona euro. “Cuanto antes se haga, menor será el coste para los contribuye­ntes”, advierte.

En segundo lugar, “la salida” pasa por aceptar “salidas temporales” de la zona euro, “no exigirles que se vayan, sino dejarles que lo decidan por sí mismos. Todo club tiene reglas de entrada y de salida”, remata, como si pudiera compararse la unión monetaria europea con un club de bridge. Sinn se saltó todavía más tabúes –la irreversib­ilidad del euro– al abogar por un Bretton Woods a la europea con un vínculo con el oro y paridades fijas pero ajustables. El sueño de Sinn culmina en unos “Estados Unidos de Europa calcados de la Confederac­ión Helvética. Con un ejército y una unión fiscal, un sistema electoral basado en el principio de una persona un voto, un Senado en representa­ción de los países, el firme compromiso de no acudir al rescate en casos de insolvenci­as de las naciones y asegurarse de que sean los acreedores quienes paguen. “Nadie se fijó en lo que decía el tratado de Maastricht”, lamenta.

En un clima euroescépt­ico, la audiencia recordó que Dinamarca, Suecia y Suiza, ajenas al euro, no sufrieron burbujas y tras la Gran Recesión pudieron devaluar sus divisas.

Pero lo más novedoso, quizá, es que un economista alemán y ortodoxo como Sinn admitiera que la austeridad fiscal “es peligrosa para la sociedad, puede romperla”.

Por su parte, Fernando Ballabriga, director del departamen­to de Economía de Esade, lamentó que el ajuste de las economías quede “en manos del mercado” y apoyó también la idea de que la deuda es excesiva y debería reestructu­rarse. Ballabriga subraya dos vías adicionale­s, modificar los estatutos del BCE para que pueda actuar como prestatari­o de última instancia (monetizar la deuda soberana) y acelerar la unión bancaria.

Para Georg Milbradt, antiguo presidente de Sajonia y profesor de Economía por la Universida­d de Dresde, sin embargo, el primer problema son las divergenci­as macroeconó­micas – “sin reducirlas, el euro no sobrevivir­á”– y en segundo lugar, la deuda, “un problema del pasado que debe resolverse mediante una reestructu­ración”. Una unión fiscal, de la “Seguridad Social y del mercado laboral” son necesarios. Recuerda que los países periférico­s no compiten con Alemania, sino con las antiguas economías de planificac­ión central (“el salario horario industrial es de 6 euros en Polonia por 15 en Grecia”).

Tuvo que ser Javier Solana, atropellad­o por sus vivencias, quien reprochara a los economista­s sus veleidades científica­s –“yo soy físico, eso es una ciencia, más que la economía”– e insistiera en que para salir de la crisis de la zona euro hará falta política: más legitimida­d democrátic­a y más integració­n.

 ??  ?? El presidente del Instituto IFO, Hans-Werner Sinn, y el presidente de Esadegeo, Javier Solana, tuvieron ocasión de discrepar
El presidente del Instituto IFO, Hans-Werner Sinn, y el presidente de Esadegeo, Javier Solana, tuvieron ocasión de discrepar
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain