ENLACE DE INTERÉS
Una política monetaria al estilo de la NASA
En las últimas semanas ha habido dos acontecimientos a priori lejanos: la decisión del Constitucional alemán sobre la política del BCE y el cambio de Gobierno italiano. Pero juntas sugieren un nuevo giro de la crisis de la zona euro hacia la japonización.
La sentencia de Karlsruhe ha hecho que el programa de comprar bonos de estados con dificultades de financiación por parte del BCE a cambio de un programa de reformas que- de efectivamente anulado. El Tribunal ha interpretado que este tipo de programa va más allá del mandato del BCE ya que constituye una financiación directa a los gobiernos, práctica prohibida en el tratado de Maastricht. La decisión aparentemente ponía en peligro la buena evolución de la prima de riesgo de los países que más se estaban beneficiando, pero, por suerte, justo cuando una puerta se cerraba, milagrosamente otra se abría.
El problema del riesgo creciente de deflación que enfrentan los países del euro está impulsando al BCE hacia una política similar a la practicada por otros bancos centrales conocida como quantitative easing (QE). Esta política consiste en fomentar la inflación a través de la compra masiva de bonos soberanos. Pero a diferencia del progra- ma inicial de Draghi, esta vez se comprarían bonos de todos los países con la justificación de cumplir con el objetivo de una tasa de inflación cercana al 2%, y eso sí cabría dentro del mandato. Se habla de un programa inicial de 400.000 millones de euros, de los que un 30% serían bonos alemanes.
Situación que nos devuelve al señor Renzi, que según las últimas noticias quiere aumentar el límite de déficit de Italia a cambio de una serie de reformas estructurales. Italia tiene ya una deuda pública de casi el 135% del PIB, que no es nada en comparación con el 245% de Japón, donde el banco central también compra bonos. ¿Dónde está lo malo de todo esto? Pues quizás es el momento de recordar que las cosas aguantan hasta el día que dejan de hacerlo, y ni un día más.