Ciudad Real: el plató más caro del mundo
La instalación, que no convenció a nadie, hace casi dos años que no tiene actividad aeronáutica
El aeropuerto hace casi dos años que no tiene actividad aeronáutica y su único uso es como decorado para filmar películas.
Cuando un aviador ve una cruz blanca sobre la pista de un aeropuerto, sabe que está prohibido aterrizar allí: puede no haber las condiciones adecuadas para operar o bien estar cerrado al tráfico por otras circunstancias. En el caso de Ciudad Real, hay hasta 14 inmensas cruces pintadas a lo largo de los 4.000 metros de su impecable pista, ya que en abril del 2012 y tras poco más de tres años de servicio, fue clausurado, a pesar de una importantísima inversión: 1.100 millones de euros y otros 213 para expropiar los terrenos donde se construyó.
Las perspectivas de algunos sobre el negocio aeronáutico eran muy distintas a mediados de los años noventa del siglo pasado: la Cámara de Comercio de Ciudad Real (con una población de 70.000 habitantes), junto a la Diputación Provincial y el Ayuntamiento creyeron que edificar un aeropuerto a más de 200 kilómetros de Madrid era el mejor complemento para un, por entonces, saturado Barajas. Así, en 1997 se inició el trámite ante el Ministerio de Fomento para su construcción junto a la línea de tren de alta velocidad Madrid-Sevilla en su tramo Ciudad RealPuertollano, un medio clave para unir la instalación con la capital de España en menos de una hora.
El aeropuerto costó 1.100 millones de euros y otros 213 para expropiar los terrenos donde se construyó
Organizaciones ecologistas, informes negativos del Ministerio de Medio Ambiente e incluso advertencias europeas retrasaron el inicio de las obras, con la bendición de Francisco Álvarez Cascos, entonces titular de Fomento.
La terminal, pensada para ser usada por tres millones de viajeros, sólo acogió a 53.000 el primer año
Los retrasos en la ejecución de los trabajos se multiplicaron y fue finalmente la ministra Magdalena Álvarez quien dio el visto bueno al plan director. En el centro de la operación se situó Caja Castilla-La Mancha (CCM), la primera entidad de su tipo intervenida por el Banco de España.
CCM era socia de referencia y aportaba créditos a un buen número de socios. Estos desarrollaron la infraestructura ayudándose de sus propias empresas y se convirtieron, a su vez, en proveedores de todo tipo de servicios de construcción y de consultoría. A esto se le añadió un nepostismo político en la contratación de los diferentes cargos de gestión con salarios desorbitados y fuera de mercado para profesionales sin experiencia.
En diciembre del 2008 aterrizó el primer vuelo comercial: un turbohélice de Air Nostrum procedente de Barcelona con solo 16 pasajeros, al que siguió un 737 de Air Berlin desde Palma, también con una ocupación muy discreta, compensada parcialmente con generosas subvenciones.
Los responsables de la instalación, que hablaban de parques temáticos, grandes inversiones inmobiliarias y un buen número de campos de golf que se crearían gracias al imán del aeropuerto, también vaticinaban manejar dos millones de pasajeros anuales en el primer ejercicio. Quedaron lejos: sólo fueron 53.000.
La terminal, de 24.000m2, preparada para ser usada cómodamente por tres millones de viajeros al año, con dos flamantes salas VIP y con diez puertas de embarque (algunas nunca fueron usadas) complementaba a una torre de control de 50 metros de altura, terminal de carga, cuartel de bomberos, centro de visitantes, central eléctrica y zona industrial de más de dos millones de metros cuadrados.
Todo quedó en palabras y vistosos powerpoints: los pasajeros no llegaron, la conexión con el AVE no se completó, los proyectos inmobiliarios no se ejecutaron y las aerolíneas comerciales acabaron huyendo del aeropuer- to manchego, siendo Vueling la última en desvincularse, a finales del 2011. Algunos vuelos privados mantuvieron la vida aeronáutica unos meses más, pero desde el 13 de abril del 2012 Ciudad Real es un aeropuerto fantasma.