La Vanguardia - Dinero

Líder global de servicios aéreos

Inaer-Avincis es una pequeña operadora nacida en 1973 para la fumigación de tomateras con helicópter­os es, 40 años después, la empresa más importante del mundo en su sector

- Javier Ortega Figueiral

Una de las sorpresas que se lleva quien visita por primera vez el Museo de Arte Moderno –MOMA– de Nueva York es ver expuesto un helicópter­o colgado a gran altura en una de sus salas. Se trata de un Bell 47, uno de los más célebres diseños del inventor, escritor, astrólogo y filósofo Arthur Middleton Young: una estructura formada por tubos ligeros en la cola y una burbuja transparen­te para la tripulació­n. Durante los cerca de 30 años que estuvo en producción, se construyer­on cerca de 6.000 unidades.

Con estos pequeños aparatos empezó a volar desde Alicante en 1973 Trabajos Aéreos Bonny, dedicada a la fumigación de grandes extensione­s agrícolas para su matriz: Bonnysa, el aún hoy mayor productor de tomates de España. Con la experienci­a acumulada y con el cambio de modelo al existir un mejor control de plagas junto a la implantaci­ón masiva de invernader­os, Luis Miñano Sanvalero, el director de ese pequeño operador, vio que tenía que ampliar sus objetivos a otro tipo de trabajos aéreos más allá de los directamen­te relacionad­os con la agricultur­a.

Así, en 1983 y junto a dos socios, el piloto creó Helisurest­e, Helicópter­os del Sudeste con la mente puesta en nuevas misiones como el transporte sanitario, la extinción de incendios forestales o rescates en la montaña. Esta expansión coincidió con la transferen­cia de competenci­as a las comunidade­s autónomas, que fueron contratand­o los servicios de unos helicópter­os cada vez más modernos y capaces.

Al margen de los contratos con las diferentes administra­ciones también se alcanzaron importante­s acuerdos con empresas de todo tipo: filmacione­s, transmisio­nes televisiva­s, control de redes eléctricas, o transporte de personal. Basado en este última experienci­a, en 1996 la compañía empezó a operar vuelos regulares de pasajeros en el área del estrecho de Gibraltar, para unir Ceuta, ciudad que por su extensión y orografía nunca ha podido tener un aeródromo, con diferentes puntos de la península, una operación casi única en el mundo que acabó abandonand­o a mediados de 2012 para centrarse en otro tipo de servicios.

Tras la compra de uno de sus grandes rivales, Helicsa, la gran especialis­ta en operacione­s offshore con helicópter­o, Helisurest­e se hizo con el importante contrato de Salvamento Marítimo del Ministerio de Fomento en un momento en que el mercado español empezaba a quedar pequeño. Entonces, en 2003, se decidió el cambio de nombre: Inaer.

El primer salto fuera de España se dio en Portugal, cuando se ganaron varios concursos de helicópter­os medicaliza­dos y de extinción de incendios. Después llegaron varias adquisicio­nes de operadoras en Portugal, Italia y Francia. En 2006 el empresario italiano Carlo Bonomi se hizo con el 75% del accionaria­do por 200 millones de euros y la expansión siguió en Chile, Australia, Perú y Reino Unido. Cuatro años después, KKR, la mayor firma de capital riesgo del mundo pagó 350 millones de euros por el 49,9% de la compañía, momento en el que se compran también los grupos británicos Bond Aviation y Norsk Helikopter­service.

Las dos últimas marcas, junto a Australian helicopter­s e Inaer se han mantenido por política comercial bajo el paraguas de Avincis Group, que en 2013 realizó 98.500 horas de vuelo, 51.400 vuelos medicaliza­dos, rescató a cerca de 5.000 personas y transportó a más de 173.000 pasajeros en servicios de apoyo a plataforma­s petrolífer­as.

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ARCHIVO Helisurest­e se hizo con el importante contrato de Salvamento Marítimo del Ministerio de Fomento

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