NAFTA 20 AÑOS
La experiencia del tratado enseña que sin políticas industriales, la liberalización económica no impulsa el crecimiento y el empleo
El tratado del Libre de Comercio de América del Norte no ha cumplido con su objetivo, pero ha convertido a México en una plataforma de exportación manufacturera
Según el teorema de igualación de los factores de producción, elaborado por el premio Nobel Paul Samuelson en 1948, esta valla de hierro oxidado de cuatro metros de altura no debería existir. Tampoco los túneles subterráneos, recorridos en fila india por coyotes e inmigrantes durante el kilómetro o dos de oscuridad escalofriante desde Nogales, en el estado mexicano de Sonora, al pueblo gemelo de Nogales en Arizona.
Los muros y los túneles no tienen por qué existir porque el tratado del Libre de Comercio de América del Norte (TLC), firmado hace exactamente 20 años, debería haber eliminado la necesidad de cruzar fronteras en busca de una vida digna. “Conceptualmente, los bienes y la mano de obra son sustitutos”, explica José Méndez, economista de la Carey School of Business en Phoenix (Arizona) . “El TLC, debería haber subido los salarios reduciendo el incentivo a migrar”, añade.
Pero, la convergencia de salarios y del PIB per cápita que se vaticinaba cuando Bill Clinton y Carlos Salinas de Gortari acordaron la eliminación arancelaria en el sector manufacturero y agrario, jamás ocurrió. Se esperaban tasas de crecimiento del 6% en México gracias al libre comercio de bienes, servicios e inversiones. Pero apenas ha llegado al 2% anual –muy bajo para una economía en desarrollo en la cual el 50% de la población cobra menos de dos dólares al día–. El PIB per cápita mexicano ya equivale al 16,9% del estadounidense. frente al 17,7% en 1994. El salario medio, más que converger con el de EE.UU., parece estar convergiendo con China. Según previsiones de la consultora Alix Partners, el salario medio del sector automóvil (uno de los más elevados) será del 5,2 dólares la hora en el 2020 en México frente a 7,6 en China y 30 en EE.UU.. “Según nuestros cálculos, la brecha entre salarios mexicanos y estadounidenses se ha mantenido más o menos igual desde el inicio del TLC”, dice Jeff Faux del Economic Policy Institute en Washington. “Lo que ocurre es que el salario real medio en EE.UU. ha caído…”.
Mientras, la liberalización del sector agrario bajo los estatutos del TLC ha creado aún más problemas para el teorema de Samuelson. “Dos millones de campesinos fueron desplazados de la tierra y muchos de ellos se han buscado la vida en EE. UU.”, dice Víctor Suárez de la organización de trabajadores agrícolas ANEC. La migración a EE.UU. –legal e ilegal–, se ha duplicado desde 1994, con 30 millones de mexicanos afincados ya a norte del Río Grande.
Pese a todo esto, el TLC sí ha cumplido con su propósito principal: convertir a México en una plataforma de exportación manufacturera para las corporaciones multinacionales. Salvo China, ningún país ha registrado un aumento de su cuota mundial tanto como México en los últimos 20 años. Las exportaciones mexicanas han subido un 11% anual, el 75% de ellas a EE.UU. “Sabíamos que México era el único lugar del mundo donde empresas estadounidenses, europeas o asiáticas pudieran invertir con el fin de exportar a EE.UU.”, dice Luz Ma de la Mora, integrante del equipo de negociaciones del TLC en 1990.
Las 34.000 empresas maquiladoras que se extienden por el desierto al sur de Nogales, cruzado por una autopista aún en construcción, son un ejemplo del dinamismo del sector manufacturero mexicano. “En Nogales las multinacionales nos han enseñado muchos conceptos de calidad; somos muy competitivos en electrodomésticos, equipos médicos componentes aeronáuticos y de automóvil”, dice Hipólito Sedano, director de la asociación empresarial Canacintra.
Nacido en los años setenta en ciudades fronterizas como Ciudad Juárez, Matamoros, Tijuana o Nogales, el modelo maquila ya no es fronterizo sino nacional. “EL TLC apenas nos afectó en Nogales porque ya se habían eliminado los aranceles; pero la industria maquiladora ha migrado a Querétaro, a San Luis Poto- sí, Guadalajara, Ciudad de México. A todo el país”, dice Rene Moreno, presidente del consejo empresarial de Nogales.
Convertir a todo México en una economía de maquiladoras es el gran éxito del TLC . Y es su gran fracaso también. Por que como recono- ce Sedano: “Con el TLC las empresas han sido únicamente un punto de unión para productos fabricados en Asia que se ensamblan en México para luego exportarse, pero hay muy poco contenido nacional”.
De ahí el escaso impacto de la explosión exportadora en la economía
nacional. Cada dólar que se gasta en una exportación mexicana en Estados Unidos sólo genera 1,8 dólares en la economía nacional, frente a 3,2 dólares para una exportación estadounidense. La apuesta por convertir México en una potencia manufacturera se vio fuertemente perjudicada
El TLC ha facilitado la expansión del modelo maquiladora a todo el país sin beneficiar a la economía nacional
también por la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio en el 2000. Sectores como el textil, el de los juguetes, calzado y electrónica. En Nogales, bastantes maquiladoras se marcharon. “Samsonite cerró y se fue a Asia porque la gente quería pagar menos por una maleta”, dice Moreno. Por mucho que se elogie el éxito del TLC para convertir México en la fábrica de Norteamérica, lo cierto es que el peso de la manufactura ha caído en México del 27% del PIB en los años ochenta al 20% actual.
Ahora existe algún indicio de que los salarios bajos en México en tán- dem con la nueva preferencia de la industria estadounidense por el nearshoring (proveedoras geográficamente próximas equipadas para el suministro justo a tiempo), puede estar facilitando el contraataque mexicano a China. “Muchas empresas se marcharon de Nogales hace diez años y ahora regresan”, dice Luis Torres, presidente de la Cámara de comercio. Es más, a veces conviene estar al lado de la superpotencia. En Guaymas, 140 kilómetros al sur de Nogales, al igual que en Mexicali (Baja California), crece un clúster aeronáutico enlazado con grandes clientes del Pentágono en California y Arizona como Honeywell y Boeing. La empresa estadounidense Charles Gillman ya fabrica arneses para tanques en Nogales.
Pero ese muro es el obstáculo para la nueva etapa del TLC y del nearshoring. Largas colas de camiones esperan hasta hora y media pese a una nueva vía rápida para empresas autorizadas. Los que cruzan a pie esperan hasta dos horas bajo una enorme bandera mexicana y el sol del desierto. Hasta los ejecutivos, muchos residentes en las urbanizaciones opulentas de Tucson, se lo pasan mal en esta frontera militarizada. “A veces los guardias nos tratan como criminales”, se lamenta Torres.