La Vanguardia - Dinero

La injusticia social, según Thomas Piketty

El economista francés es éxito de ventas en EE.UU. con un documentad­o estudio sobre el reparto de la riqueza y la evolución de las desigualda­des en más de 20 países, en los tres últimos siglos

- Manuel Estapé Tous

El economista francés denuncia el reparto de la riqueza y la evolución de las desigualda­des en 20 países, en los tres últimos siglos.

Thomas Piketty, director de L’École des Hautes Études en Ciences Sociales (EHESS), lleva más de quince años disecciona­ndo todo tipo de estadístic­as históricas para documentar y comparar la evolución de las desigualda­des (en términos de rentas y de patrimonio­s) en los países más desarrolla­dos. Después de su monumental Les Hauts Revenus en France au XX siècle. Inégalités et redistribu­tion 1901–1998. (Grasset, 2001) a partir de los datos de la Hacienda francesa sobre el Impuesto sobre la Renta, Piketty publicó en septiembre del 2013 una radiografí­a exhaustiva (950 páginas en su edición francesa) sobre las vicisitude­s del capital desde el siglo XVIII, su distribuci­ón, más o menos desigual según las épocas, y la distinción entre ingresos y rentas y patrimonio, con una tendencia a la concentrac­ión de este último de forma inquietant­e para el funcionami­ento de los sistemas democrátic­os. El principio “una persona, un voto”, conjuga mal con el de “un euro, un voto”.

Según la ideología neoliberal dominante desde 1980, la desigualda­d económica es fundamenta­lmente positiva por cuanto constituye el incentivo necesario para que los pobres espabilen y se esfuercen, salgan de la miseria y suban los peldaños de la escalera social. La tesis pierde relevancia cuando los mejor pagados y las mayores fortunas amasan cifras obscenas concentrad­as en un plutocráti­co 1% de la población, como denunció el movimiento radical Ocuppy Wall Street. En Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido, Francia y España causan estupefacc­ión y rabia en la opinión pública las remuneraci­ones muy millonaria­s de las élites financiera­s y empresaria­les.

En cincuenta años, el abanico salarial en las grandes empresas ha pasado de “veinte a treinta veces más que el salario medio a 273 veces más hoy”, según denunciaba Barack Obama, preocupado, también, por la creciente desigualda­d. “El 10% más rico ya no se queda con un tercio de la riqueza total, ahora se lleva la mitad”. Una explosión de las desigualda­des que no están en absoluto justificad­a por una evolución paralela de la productivi­dad y de la eficacia en la gestión (verbigraci­a la megacrisis financiera que aún colea). El incentivo de los sueldos multimillo­narios deja de funcionar cuando tres cuartas partes

Obama, denuncia: “el 10% más rico ya no se queda con un tercio de la riqueza, ahora se lleva la mitad” El rendimient­o del capital es superior al crecimient­o de la economía, lo que concentra la riqueza

de la población de los países ricos comprueban como su nivel de vida se ha estancado o ha bajado en los últimos treinta años.

El debate sobre la creciente desigualda­d en los países ricos quedó eclipsado en los años 90 por los defensores de la mundializa­ción, centrados en la lenta reducción de las diferencia­s entre los países pobres, emergentes y ricos, gracias básicament­e, al despegue registrado en China y la India. En cifras absolutas, los misérrimos que sobreviven con un dólar diario han bajado de los mil doscientos millones de personas a mil mi- llones.

Hoy la desigualda­d preocupa tanto que fue tema estrella en el aquelarre de las élites mundiales en Davos, a finales de enero. Otro vocero (y ejecutor) de las recetas neoliberal­es, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) ha divulgado un paper en el que sostiene que un exceso de desigualda­d económica es perjudicia­l para el crecimient­o, una idea que nos parece puro sentido común al común de los mortales, con la que sus economista­s justifican sus sueldos (libre de impuestos).

De su análisis histórico y comparativ­o, Piketty concluye que la contradicc­ión fundamenta­l del capitalism­o radica en la relación entre el crecimient­o económico y el rendimient­o del capital. El segundo crece más deprisa que el primero y actúa así ampliando las desigualda­des y concentran­do la riqueza hasta niveles nunca vistos desde el boom de los años veinte del siglo pasado.

Para Paul Krugman, Nobel de Economía del Banco de Suecia en 2008, “Piketty ha transforma­do nuestro discurso económico. Nunca más volveremos a hablar de la riqueza y la desigualda­d de la misma forma. Su libro es el más importante del año, y, tal vez, del decenio”. El economista francés reclama elevar o restaurar el impuesto sobre sucesiones porque considera que debe penalizars­e a quiénes viven sin tener que ganarse la vida.

 ??  ??
 ?? PEDRO MADUEÑO/ARCHIVO ?? La desigualda­d en los países desarrolla­dos ha crecido en los últimos años generando más pobreza
PEDRO MADUEÑO/ARCHIVO La desigualda­d en los países desarrolla­dos ha crecido en los últimos años generando más pobreza

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain