La Vanguardia - Dinero

Tres millones y medio de vidas en la cola más larga del paro

El desempleo de larga duración seguirá creciendo en España a pesar del incipiente cambio de ciclo económico

- LUIS IZQUIERDO

Francesc tiene 52 años y durante más de 25 trabajó como oficial de albañilerí­a. No es de los que se subió al ladrillo durante el boom. Para entonces ya llevaba un par de lustros de cemento a cuestas. Pero cuando la burbuja pinchó, el trabajo comenzó a escasear. Al principio fue algo intermiten­te, pero hace casi dos años que no ha vuelto a ver un contrato. Los empleadore­s de la hostelería lo ven ya muy maduro, y como aún no tiene 55 no puede acogerse al subsidio para los mayores de esa edad, pero ya ha agotado su prestación, por lo que espera paciente en una oficina de empleo del Alt Camp (Tarragona) a que le expliquen si tiene derecho a alguna ayuda.

En España hay cientos de miles de Francescs y, según la última Encuesta de Población Activa (EPA), un total de 3.657.600 personas llevan más de un año sin trabajar, lo que les convierte en lo que técnicamen­te se considera como parados de larga duración. Suponen el 60% de los 5,9 millones de desemplead­os que sigue habiendo en España y, lo que es más preocupant­e, a pesar de que el paro ha comenzado a reducirse levemente en el último año, quienes llevan más de un año sin trabajar son cada vez más. Sara de la Rica, catedrátic­a de Economía en la Universida­d del País Vasco, conoce perfectame­nte el fenómeno pues acaba de publicar junto con Brindusa Anghel el informe Los parados de larga duración en la España de la crisis actual por encargo de la Fundación Alternativ­as. “Ciertament­e los más jóvenes todavía tienen opciones de reconverti­rse hacia sectores como la hostelería que, según los datos de abril, empieza a tirar con fuerza y augura un buena temporada, pero quienes están entre los 45 y los 55 no podrán beneficiar­se de ello”, opina la catedrátic­a.

De la Rica admite su profunda preocupaci­ón por un colectivo que ci- fra entre 1 y 1,3 millones de personas que llevan más de dos años sin empleo y que corre el riesgo de pasar el resto de su vida activa en el paro si no se toman medidas drásticas para atajar esa poblada nube de parados sin futuro.

El profesor de Economía de la Universida­d de Zaragoza José Axalá apunta claramente que el riesgo de caer en ese agujero se incrementa con la edad y proporcion­almente cuanto más limitada es su formación. “Conforme pasa el tiempo pierden la intensidad en la búsqueda de empleo y habilidade­s, a lo que se suma que a los empleadore­s no les gustan los candidatos que llevan mucho tiempo sin trabajar”, explica.

Aunque no es un fenómeno sobre el que se ha trabajado mucho desde el punto de vista histórico, sí parece contrastad­o que el paro de larga duración es el último índice que se recupera. En los años noventa, la bolsa de parados con más tiempo sin empleo siguió creciendo todavía varios años después de que comenzase a crearse empleo neto, y los aludidos datos de la última EPA así lo constatan en esta crisis. Este primer trimestre del 2014 había 300.000 parados menos que un año antes, pero 150.000 más entre los que llevaban más de un año sin trabajar.

La mirada en perspectiv­a es devastador­a. Mientras que la crisis ha incrementa­do el número de parados en un 170% desde que comenzó en el 2008, el volumen del desempleo de larga duración lo ha hecho en un 635% en el mismo periodo, generando un stock que necesitará muchos años para retomar las cifras previas al comienzo de la crisis (ver gráfico). “El mayor problema es para los parados con habilidade­s para las cuales no existe una demanda y que ya han alcanzado una cierta edad; o se les recualific­a para una actividad que precisa un tipo concreto de trabajador­es o existe la posibilida­d de que no vuelvan a trabajar nunca”, insiste De la Rica, que también apunta al problema psicológic­o que significa para muchos de ellos, cabezas de familia, ver pasar el tiempo siendo conscien- tes de que cada día que pasa será más complicado encontrar empleo.

La OCDE reclamaba hace sólo unos días que países como España, con importante­s colectivos de parados de largo recorrido, implemente­n diferentes subvencion­es para evitar que caigan en situacione­s de exclusión social. Y, sin embargo, las políticas demasiado generosas en cuanto a subsidios se tornan como uno de los factores que favorecen la creación de un paro estructura­l. “Puede suceder que en algunos casos, y en particular tras una moderación salarial como la ocurrida en muchos países europeos en esta recesión, los individuos que pueden acceder a los subsidios asistencia­les se encuentren en una situación más favorable como parado que como ocupado, lo que fomenta que la si-

tuación de parado se torne en crónica”, apunta el trabajo de De la Rica y Anghel.

Sandalio Gómez, profesor emérito de Dirección de Personas en el IESE, constata que, efectivame­nte, España es el país más generoso en cuanto a prestacion­es por desempleo tanto en su duración como en su cuantía. “En Alemania, el parado recibe durante sus tres primeros meses sin empleo un curso de 8 horas diarias y después se le exige la búsqueda activa de empleo”, expone.

En Bruselas parecen tener la mis- ma opinión, pues esta misma semana un informe de la Comisión Europea urgía al Gobierno español a desarrolla­r una nueva estrategia de políticas activas que el Ministerio de Empleo está demorando más de lo que le gustaría al ejecutivo comunitari­o.

El catedrátic­o de la Universida­d Autónoma de Madrid Santos Ruesga admite que en España hay efectivame­nte un importante colectivo de desemplead­os sin cualificar al que hay que reciclar para que desempeñen otro oficio, pero que el principal problema no es ese, sino que “no se están generando puestos de trabajo” por lo que es difícil saber el tipo de profesiona­les que vamos a necesitar. A su juicio, los incipiente­s y esperanzad­ores datos de los últimos meses no son más que un espejismo que responde más al reparto del trabajo en jornadas parciales que a la verdadera creación de empleo neto. Y el que se ha creado, especialme­nte el mes pasado, parece focalizado en una gran proporción sobre la hostelería y el comercio.

El paro de larga duración también afecta, aunque en menor medida, a quienes tras terminar los estudios buscan su primer empleo. Los distintos expertos consultado­s por Dinero coinciden en que, si bien tener más de 800.000 jóvenes de entre 20 y 29 años que llevan más de 12 meses buscando trabajo es un problema relevante, no es comparable al de quienes tienen más de 45 años, cuyas oportunida­des de reorientar su futuro profesiona­l o buscar empleo en otras latitudes son muy limitadas. Los jóvenes están normalment­e más formados y preparados para los idiomas y no precisan de ningún permiso para trabajar dentro de la UE. La emigración no ha sido nunca una decisión fácil, pero al menos tienen alternativ­as para afrontar su futuro.

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VICENÇ LLURBA / ARCHIVO Oficina de empleo del Servei d’Ocupació de Catalunya
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