Baleària se hace internacional
La naviera, líder de los servicios Península-Baleares e interinsulares, apuesta por América
Martes por la mañana: la Panseta recorre silenciosa las aguas del puerto de Dénia. Es un barco de pasaje movido al 100% por energía solar. A pesar de que es, de lejos, la unidad más pequeña de Baleària, por su carácter novedoso y ecológico, es una las iniciativas que más ilusionan a Adolfo Utor, presidente de la naviera. Desde su despacho, en la última planta de la terminal, puede verse continuamente al transbordador cubriendo la distancia que separa el centro de la ciudad del edificio que desde el 2013 acoge la sede central y buena parte de las operaciones de una empresa que trabaja con 20 buques (17 en propiedad y tres fletados), empleando a una plantilla de 1.022 personas, de las que un poco más de la mitad navegan y el resto desarrolla todo tipo de servicios en tierra, liderando el mercado en las rutas Península-Baleares, interbaleares y con una importante presencia en el Estrecho.
Utor es un directivo atípico: es empresario. Propietario del 57,5% de la compañía en la que ejerce también de consejero delegado, tiene en su cabeza dónde está cada buque en cada momento y se fija en detalles que otras personas en su posición delegarían, posiblemente como herencia de haber pasado por todos los puestos posibles en una naviera. Nacido hace 53 años en el antiguo protectorado de Alhucemas, empezó a vivir en Dénia en su primer año de vida. La capital de la comarca de la Marina Alta, Alicante, siempre se ha volcado en sus muelles, no sólo por la actividad pesquera sino también por ser el puerto de la Península más cercano a Eivissa y Formentera.
Con 23 años, mientras estudiaba derecho, Utor empezó a trabajar vendiendo pasajes a Baleares en las taquillas de la naviera Flebasa, además de amarrar y des- amarrar los ferris, para después ir progresando en diferentes puestos de la compañía hasta llegar a la dirección general. Flebasa era una filial de Isnasa, Isleña de Navegación, nacida en Ba- leares pero que tras algunos cambios accionariales acabó especializándose en unir la Península con el norte de África. La crisis de los 90 se la llevó por delante, momento en el que un grupo de administrativos, directivos y capitanes de Flebasa decidió crear una Sociedad Anónima Laboral. Era 1998 y nació Baleària Eurolínies Marítimes.
“El principio fue duro e ilusionante: conseguimos un barco, el Bahía de Málaga, y dos pequeños transbordadores para unir Eivissa y Formentera”, recuerda. Por entonces, su principal competidor era un célebre ibicenco: Abel Matutes con su naviera Pitra, que realizaba prácticamente los mismos servicios que Baleària. “El gran triunfo fue la llegada de dos buques de alta velocidad, el Fede- rico García Lorca en el 2001, que revolucionó las rutas Dénia-Eivissa-Palma y el Ramón Llull, construido específicamente para el puerto de Ciutadella, en el 2003”
La guerra comercial acabó hace 11 años, cuando Baleària absor- bió a Pitra. Matutes y Utor se convirtieron en socios, unificando servicios y flota, unos barcos a los que se unieron en el 2007 los de Buquebus España. Ese fue un año en el que también se hizo una gran apuesta tecnológica y de servicio a bordo, encargando cuatro nuevos ferris a los astilleros Barreras de Vigo.
“Ahí apostamos fuerte, invertimos 350 millones. Si queríamos ser una gran compañía teníamos que tener buenos barcos, así que nos metimos en un proyecto de futuro apoyado en tres pilares: finanzas saneadas, una flota moderna y la apuesta por las nuevas tecnologías”, recuerda. De Barreras salieron los ferris que en el casco lucen la contraseña Balearia + : Martin i Soler, Alhucemas, Passió per Formentera y Abel Matutes, propietario del 42,5% de las acciones de la empresa y con el que Utor quiso simbolizar el agradecimiento al exministro ibicenco por su apoyo incondicional durante esta última década, en la que todo no ha sido mar en calma, pues la larga crisis española no le ha sido ajena. Como ejemplo de ello, el aumento de pasaje de un 12% no supuso en el 2013 unos ingresos mayores ingresos que en el ejercicio anterior.
Así, aunque el año pasado la naviera y sus filiales facturaron 260 millones de euros, el mercado nacional sigue deprimido y se ha decidido apostar por nuevos países, siendo la primera opción las rutas entre Florida y las islas Bahamas en barcos de alta velocidad con capacidad para llevar vehículos, una opción que sorprendentemente ninguna empresa había ofrecido antes. La apuesta por mercados internacionales supone hoy para Baleària un 12% de los ingresos y para el 2020 se espera que alcance el 50% gracias a los nuevos proyectos, sobre todo en EE.UU., Caribe y Sudamérica, iniciativas que se unen a otras de corte medioambiental como la remotorización de buques, apostando por el gas natural licuado como combustible menos contaminante y más económico.