Rajoy conduce un tráiler y Mas, un deportivo
Catalunya se ha convertido en el mayor problema político y económico que tiene en este momento España. Así lo verbalizan los principales empresarios del país, e incluso un expresidente del gobierno afirma en privado que “es el mayor problema que tenemos desde que se inició la transición”. Unos y otros vaticinan que en los próximos dieciocho meses se van a producir tensiones muy graves y que eso podría dañar la confianza de los mercados. El grado de preocupación es muy elevado y se estima que Mariano Rajoy se juega su liderazgo, por lo que su actitud ante Artur Mas va a ser muy dura e inflexible.
El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, al igual que José Luis Rodríguez Zapatero, creen que Rajoy cometería un grave error si no cambia la Constitución para dar cabida a los 14 preceptos del Estatut del 2006 que fueron declarados inconstitucionales. Según afirman, el PP es responsable de la actual crispación al haber sido quien presentó el recurso de inconstitucionalidad para desgastar al Gobierno socialista: de aquellos polvos estos lodos.
Según argumentan, cuando los socialistas decidieron pactar un nuevo marco de convivencia entre España y Catalunya fue el partido conservador quien lo boicoteó. Entonces el objetivo, según dicen, era apaciguar el enfrentamiento que se había agudizado entre los nacionalistas periféricos y los centralistas durante el segundo mandato de José María Aznar. Pensaban los socialistas que satisfaciendo las demandas nacionalistas se podría frenar la deriva soberanista. No sólo no lo consiguieron, sino todo lo contrario. Y la sentencia del Tribunal Constitucional declarando una buena parte del Estatut no ajustado a de- recho acabó provocando el incendio.
Los dirigentes del PP no lo ven así. Según me comentó un influyente ministro del círculo de confianza del presidente del Gobierno: “No fue Rajoy, sino Zapatero quien creó el problema aprobando un Estatut que nadie pedía. Hacer un buen diagnóstico del momento y de las razones por las que se produjo el desafecto de Catalunya con España son fundamentales para encontrar la medicina correcta para resolverlo. Es muy útil leer los libros de Arturo San Agustín Cuando se jodió lo nuestro y de Ramón Tamames ¿Adónde vas, Cataluña? (ambos de Península), para obtener la respuesta correcta.
Lo que está claro es que en el pala- cio de la Moncloa temen que abrir la Constitución, como piden los socialistas, para incluir los preceptos declarados inconstitucionales en su día, provoque una “desafección” de su electorado y del resto de autonomías, incluida la andaluza. Por eso creen que “por esa vía no se llega a ninguna solución”.
Los grandes empresarios tampoco son partidarios de convocar un referéndum para modificar la Carta Magna. “Las constituciones son como los melones, fáciles de abrir pero muy difíciles de cerrar”.
EL DEPORTIVO DE MAS
Si la situación de Rajoy no es envidiable, la de Artur Mas tampoco lo es. En privado, confiesa un diputado de CiU que “el problema de declarar la independencia de forma unilateral es la dificultad para poder implementarla. Se tiene miedo a lo que pueda pasar el día después”. Por ejemplo, ¿qué pasaría con la directora del aeropuerto de El Prat si no se pone a disposición de la Generalitat, ¿Se mandaría a los Mossos d’Esquadra? Y si esto fuese así, ¿qué haría el Gobierno de Madrid?, ¿enviaría a la Guardia Civil como sugiere Rosa Díez? Ese enfrentamiento es el que las dos partes quieren evitar.
Tal vez por eso la metáfora que según las élites madrileñas mejor refleja la situación actual no sería la de dos trenes que están a punto de chocar sino la de un conductor temerario que circula con un deportivo por dirección contraria y está a punto de colisionar con un tráiler. El conductor de camión no puede dar un volantazo para evitar el accidente porque volcaría, por tanto sólo queda esperar que sea el conductor infractor quien rectifique. La clave es llegar al final de la legislatura sin que se haya producido el crack.
En la Moncloa temen que abrir la Constitución para incluir los preceptos del Estatut declarados inconstitucionales provoque una “desafección” de su electorado y del resto de autonomías, incluida la andaluza. Por eso creen que “por esa vía no se llega a ninguna solución”