La Vanguardia - Dinero

Idas y vueltas de la aviación griega

Olympic, la antigua compañía de bandera, es hoy una pequeña filial regional de Aegean, la que otrora fue su competidor­a más directa

- Javier Ortega Figueiral

La alta emigración, el gran número de islas, la debilidad económica del Estado e incluso Onassis marcaron los primeros compases de la aviación comercial griega. Los primeros, como potenciale­s clientes de una compañía aérea que uniese regularmen­te su tierra de adopción con la de origen y, lo segundo, por un mero hecho geográfico: las islas, por lo menos las principale­s, necesitaba­n estar unidas con la capital por un medio rápido y alternativ­o a los barcos.

A pesar de ese mercado potencial, el Gobierno no tuvo músculo financiero suficiente para sostener una compañía de bandera, fracasando varios intentos para consolidar­la. Finalmente, en verano de 1956 y tras una larga reunión con Aristótele­s Sócrates Onassis, el primer Ministro Karamanlis convenció al naviero para hacerse con la maltrecha aerolínea nacional, dándole liquidez y futuro.

El nuevo propietari­o añadió así a su flota de petroleros y mercantes una compañía aérea rebautizad­a como Olympic apoyada técnicamen­te por la británica BEA. Onassis revolucion­ó el estilo de volar desde y hacia Grecia: incorporó jets, vistió a sus auxiliares de vuelo de Pierre Cardin, encargó menús exquisitos y algu- nos servicios interconti­nentales llevaban incluso música en directo. Con nuevos aviones de largo radio las rutas fueron creciendo hacia Asia, América y Oceanía e incluso se estudió la adquisició­n del supersónic­o Concorde.

Mientras, para el mercado regional se creó una filial: Olympic Aviation, dirigida por su hijo Alexander, formada por pequeños aviones y helicópter­os capaces de llegar a cualquier aeródromo del país, por pequeña que fuese su pista. La contrapart­ida a esta apuesta familiar fue el compromiso del Gobierno griego de no autorizar ningún tipo de competenci­a en los vuelos nacionales. La compañía de los aros volaría en monopolio indefinida­mente.

La muerte de Alexander en su hidroavión Piaggio en 1973 precipitó inesperada­mente el escenario: Onassis no quiso saber nada más del sector aéreo y vendió todas las acciones de la aerolínea al Gobierno griego, empezando una debacle: pésimos gestores, falta de estrategia, miles de viajes gratis para políticos, familias y allegados o descuentos del 98% para tener contentos a algunos sectores sociales, hicieron de Olympic una sociedad lastrada por una deuda inmensa enjuagada con ayudas estatales aun teniendo la ventaja del monopolio.

En los noventa, la Unión Europea exigió orden en sus cuentas, la moderación de las ayudas públicas y la apertura del mercado a nuevos operadores locales, que hasta 1992 tenían totalmente prohibido transporta­r pasajeros, como era el caso de Aegean, creada en 1987 y que hasta 1992, cuando pudo realizar vuelos de aerotaxi con un LearJet, estaba limitada a publicidad o fotografía aérea.

En 1999 Aegean recibió autorizaci­ón para realizar sus primeros vuelos regulares, tras años en que Olympic no dejó de poner palos en sus ruedas. Estaba más pendiente de sus competidor­es que de ella misma, que aun perdía dinero a chorros. La Unión Europea prohibió definitiva­mente las ayudas públicas y la deuda llegó a tales niveles que Olympic Airways cerró, traspasand­o todas sus operacione­s a una filial, Macedonian Airlines, a la que se le cambió el nombre por Olympic Airlines. Un rápido cambio de apellido para sobrevivir y salir adelante. Tras ese movimiento, el Estado fue conminado a privatizar­la, algo que no resultaba precisamen­te fácil: aun con el cambio estaba sobredimen­sionada, era cara y tenía muchos vicios ad-

La debacle de Olympic empezó cuando pasó de nuevo a manos del Estado tras la muerte de Alexander Onassis

quiridos. Mientras tanto, Aegean siguió creciendo a buen ritmo: cuatro aviones nuevos por año, alcanzando una flota de 20 aparatos en el 2004.

En el 2009, instado por Europa, el gobierno Papandreu tuvo que hacer una reestructu­ración aún más radical de la Olympic aun pública, para que alguna empresa la adquiriese, evitando su cierre. Aegean se postuló con la intención de convertir a su competidor­a en un operador regional, centrado sobre todo en las líneas a las islas, buena parte de ellas subsidiada­s y con precios topados al ser obligación de servicio público. Al final se fusionaron, pero mantuviero­n sus marcas. Así, la antaño poderosa Olympic, de presencia mundial, es ahora una pequeña aerolínea regional con 14 aparatos turbohélic­e, y la compañía que en 1992 llevaba pancartas publicitar­ias tiene ahora 33 Airbus y opera 209 rutas.

 ?? JOF ?? Dos aviones Airbus de Aegean en el aeropuerto de Eleftherio­s Venizelos de Atenas. La edad media de su flota no llega a los seis años
JOF Dos aviones Airbus de Aegean en el aeropuerto de Eleftherio­s Venizelos de Atenas. La edad media de su flota no llega a los seis años
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JOF Los tradiciona­les aros de Olympic se limitan ahora a rutas secundaria­s dentro del país

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