Los culpables andan sueltos
Cuando la economía despegue ¿quién se acordará de los escándalos de las cajas de ahorros?
Más que una caja de ahorros, entidades como la CAM eran una auténtica caja de sorpresas
A la crisis sólo le falta –si es que a estas alturas de la película le faltara algo– un año para cumplir el sueño del Faraón. En Génesis, el soberano egipcio sueña con siete vacas gordas seguidas de siete vacas flacas. Según la interpretación de José, el undécimo hijo de Jacob, las vacas gordas auguran siete años de bonanza y las siete vacas flacas, otros tantos de padecimientos. Así que es de esperar que el 2015 sea el último de este castigo que padecemos desde el 2008.
Tal vez no sea más que un caso de wishful thinking, pero parece que, tras tantos sacrificios y reajustes, por fin Mariano Rajoy y su Gobierno atisban el fin de la pesadilla. Y no son los únicos. Cada vez hay más indicadores que señalan en la dirección de la superación de la crisis.
Antes de que vuelva el crecimiento suficiente para la creación de puestos de trabajo, sería bueno que no se cerrara en falso esta nefasta hebdómada. Los justos han pagado (y siguen pagado) por pecadores, mientras que estos aún andan sueltos. Y no sólo no han pagado por lo que han hecho, sino que no han devuelto el dinero que se llevaron. De modo que, en el año que falta, supuestamente, para despedirnos de las vacas flacas, habría que hacer lo posible para identificar y encausar a los culpables.
Francisco González, presidente del BBVA, al presentar el 31 de enero los resultados del 2013 (2.228 millones fue el beneficio atribuido al grupo, un incremento del 33%), además de criticar la sobrerregulación impuesta por los bancos centrales, afirmó que creía que España crecería este año algo más del 1%. Por otra parte, exigió responsabilidades sobre los culpables de esta crisis.
“La crisis financiera que estamos viviendo necesita más transparencia. El origen ha estado en las cajas, no en todas, pero sí en la mayoría. Ningún banco ha obtenido ayudas. Se ha hecho un daño enorme a la reputación del sector y ha tenido un gran coste de oportunidad para los bancos y la economía española. Es necesario explicar quienes han sido los responsables porque el daño causado es muy grande”, declaró.
Preguntado en qué se basaba para lanzar tan categórica afirmación, el señor González contestó lo siguiente: “En el 2008 nosotros detectamos, caja por caja, dónde estaban los problemas y los cuantificamos. Hablé con los máximos responsables de Economía de entonces y les facilitamos toda la información que teníamos. Si se hubiera atajado la crisis en el 2008 en lugar de en el 2012 hubiera costado menos”.
El día 12 de febrero la fiscalía pidió a la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional cuatro años de cárcel para el exdirector de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) y dos años y seis meses para Juan Ramón Avilés, el expresidente de la entidad, rescatada en el 2011 con, inicialmente, 5.200 millones de euros.
Las investigaciones de Anticorrupción descubrieron que, más que una caja de ahorros, la CAM era una auténtica caja de sorpresas. Destaparon la existencia, por ejemplo, de una sociedad participada casi al 100% por la CAM, creada el 23 de diciembre del 2005, que pagó a los miembros de la comisión de control (todos de la CAM) 8.200 euros, en concepto de “dieta anual única”. No está mal por ocho días de trabajo. En junio del 2006 duplicaron la retribución. Pero no satisfechos con 16.400 euros, antes de acabar el año la volvieron a doblar, hasta 32.800 euros. Incrementos exponenciales de este tipo se remiten al origen del ajedrez y los consabidos granos de trigo. En cuanto a las incursiones de la CAM en la promoción de espectáculos, pare- cen surgidas del mundo imaginario de Lewis Carroll.
La CAM, Caixa Penedès, Caixa Galicia, Catalunya Caixa, Caja Madrid, Bankia… Son tantos y tan enrevesados los casos de incompetencia, de falta de controles, de ambición desmesurada, prepotencia y ruindad, que es fácil perder la cuenta. Tampoco hay manera de recordar si fulano o mengano ha pisado cárcel, si ha sido indultado o si se ha ido de rositas con la pasta.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, lanzó el 16 de junio en una conferencia celebrada en Santander un duro ataque sobre Miguel Ángel Fernández Ordóñez, exgobernador del Banco de España, al que culpó de la pésima supervisión de las cajas.
“¿Creó la Unión Europea la burbuja de crédito en España?”, se preguntó Barroso. “No. El supervisor era el Banco de España”. Eximió de toda responsabilidad al Fondo Monetario Internacional, Bruselas o a la canciller alemana Angela Merkel, antes de permitirse unas ironías sobre si el Banco de España era el mejor banco central del mundo. En fin, el señor Barroso tiene claro quienes son los malos de este drama.
Barroso también abundó en el cinismo de los políticos que en Bruselas apoyan los severos recortes y luego, en sus países, echan toda la culpa a la UE. Aun- que, eso sí, auguró una lenta recuperación de la economía española y de la creación de empleo.
Francisco González intervino en el acto lanzando un mensaje algo más optimista. Aumentó la previsión de crecimiento del PIB a más de un 1% este año y a un 2% en el 2015. “España creará 400.000 empleos netos entre el 2014 y el 2015”, aseveró. Y con las reformas ambiciosas adecuadas, la economía podría llegar al 2,5%, que permitiría, según el presidente del BBVA, “crear unos 350.000 empleos netos, adicionales a esos 400.000”.
¿A cuál de los dos creer? Barroso se marchará sin haber ejercido la menor autocrítica; González, en cambio, se queda, y su banco parece ir bastante bien. Las cajas tóxicas ya pasaron a mejor vida. Si la economía despega y comienza a crearse empleo, ¿quién se acordará de los que, después de hundir las cajas y a miles de clientes, viven una jubilación dorada a cuerpo de rey? Que vuelvan las vacas gordas, pero esta vez que sean más sensatas.