El sentido del arte
Memoria y deseo es el título de la exposición que presenta Artur Ramon Art hasta final de marzo. La muestra reúne obras de arte europeas de distintas épocas, desde la Edad Media hasta el siglo XXI. Una parte de ellas tienen un sentido religioso, como un gran Cristo asimétrico del siglo XIII, tallado en madera y policromado, procedente de Burgos. Pero también hay obras de carácter mitológico, así como retratos y paisajes.
Hay piezas singulares, como una estatua de Santa lectora, francesa y del siglo XV, o un bordado en seda policromada –la llamada pintura de
aguja– realizado en Flandes hacia 1630 y titulado Historia de la infan
cia de Moisés. La obra más reciente es una pintura de Miquel Barceló, de su última serie de oleajes blancos. Y se expone también una marina de Ramon Casas realizada en 1910 desde el Cau Ferrat –la casa de Santiago Rusiñol en Sitges–, que contemplada hoy resulta moderna por su aspecto vaciado, que permite valorar la luz del mar.
Desde su inauguración en noviembre, la selección ha sufrido algunos cambios, debido a que dos de las pinturas expuestas han sido adquiridas. El retrato Carlos II niño (c.1669-1670), de Sebastián de Herrera Barnuevo, se podrá contemplar próximamente en El Prado. La otra pintura que ha viajado es un retrato masculino –un gitano– que Isidre Nonell pintó en 1901, justo después de conocer y admirar la obra de Van Gogh, y bien influido por el pintor holandés y sus pinceladas libres, casi autónomas, que ahora se podrían considerar casi más como precursoras del expresionismo abstracto que como derivaciones postimpresionistas. Y se muestra el retrato de una mujer que sin duda era su pareja pictórica. Todas las obras se han seleccionado a partir del fondo de Artur Ramon, pero en esta ocasión el anticuario barcelonés ha contado con la colaboración de Pedro Azara. Considero que una de las piezas valiosas de la muestra Memoria y deseo es el propio texto de presentación del catálogo, donde Azara reflexiona sobre el sentido del arte en estos términos: “El arte tiene un componente funerario. Atestigua la fugacidad, pero también la detiene”.