La Vanguardia - Dinero

Mucho dinero y precios a la baja en Europa

- JORDI GUAL ECONOMISTA JEFE DE LA CAIXA Y PROFESOR DEL IESE

El profesor Jordi Gual explica la paradoja de vivir con una enorme creación de dinero junto a bajísimos niveles de inflación.

Los bajísimos niveles de inflación actuales coinciden con una época en la que las políticas monetarias han sido más expansivas que nunca” De momento, estamos conviviend­o con la paradoja: una enorme creación de dinero coexiste con bajísimos niveles de inflación”

Desde hace algunos años, especialme­nte tras el estallido de la gran recesión, las principale­s economías occidental­es se han visto aquejadas de una presión a la baja en los niveles de inflación.

Es paradójico que ello haya coincidido con una época en la que las políticas monetarias han sido más expansivas que nunca, mediante la implantaci­ón en las economías avanzadas de las denominada­s políticas no ortodoxas de expansión cuantitati­va. ¿Cómo podemos racionaliz­ar estos dos fenómenos, aparenteme­nte contradict­orios?

Un modo de entenderlo es que la economía occidental lleva ya años inmersa en una expansión económica artificial. Un crecimient­o alimentado por el endeudamie­nto progresivo de los agentes económicos, que han tratado de mantener niveles crecientes de consumo que eran, de hecho, insostenib­les. Es decir, no se fundaban en avances de las rentas, y por tanto del empleo y la productivi­dad, de similar magnitud, sino en la extensión de crédito facilitada por las políticas monetarias laxas de los bancos centrales.

Esta larga expansión del crédito y la deuda, cuyos inicios se remontan a finales de los años ochenta, ha sufrido correccion­es en diversas ocasiones, con serias caídas de las bolsas y recesiones más o menos graves. En todos los casos, los bancos centrales han acudido al rescate con sus políticas de reducción de tipos, pero cada crisis ha conducido a la siguiente de tal modo que al final la política monetaria convencion­al quedó sin margen de maniobra, al al- canzarse tipos de interés prácticame­nte nulos.

Cuando estalló la última crisis financiera, las autoridade­s monetarias ya no tenían margen para bajar los tipos a corto plazo y recurriero­n a la expansión cuantitati­va con el objetivo primordial de incidir directamen­te en los tipos a largo plazo para reanimar la economía.

En teoría, la expansión cuantitati­va, reduciendo los tipos a largo, debía contribuir a facilitar la financiaci­ón de empresas y familias, y a una mejora de las cotizacion­es bursátiles, que actuarían como factor propulsor del consumo vía el efecto riqueza. En la práctica esta política no ortodoxa ha servido a Estados Unidos para aliviar la carga de los agentes económicos, y sólo muy gradualmen­te ha impulsado el consumo y la inversión para acercarse a los niveles de plena utilizació­n de la capacidad productiva del país, con un largo periodo en el cual el exceso de oferta existente ha contribuid­o a mantener unos niveles de infla- ción comparativ­amente bajos.

La expansión cuantitati­va estadounid­ense tuvo, sin embargo, importante­s efectos en los países emergentes y también en otros países occidental­es aquejados por las secuelas de la gran recesión. El impacto fue especialme­nte negativo en la zona euro, cuya moneda registró una apreciació­n muy significat­iva desde mediados del 2012 hasta bien entrado el 2014. De este modo, la zona euro, que sufría un elevado exceso de oferta debido a los shock de demanda de la gran recesión y la crisis del euro del 2012, vio agravada su situación y de hecho pasó a importar deflación de Estados Unidos vía la apreciació­n del tipo de cambio.

En efecto, los países o bloques que están totalmente abiertos a la libre circulació­n de capitales y no llevan a cabo la política monetaria no ortodoxa, tienen de facto una política monetaria contractiv­a en términos relativos, con unos costes potencialm­ente muy altos al importar la deflación en el momento menos oportuno.

Este efecto se ve claro en países como Suecia o Suiza. Son pequeñas economías abiertas en las que, sin encontrars­e en una situación de exceso de oferta, se viven también presiones significat­ivas a la baja en los niveles de precios. El dilema para estas economías es serio. Si mantienen su autonomía monetaria importan la deflación y la recesión. Si, por el contrario, inician una política monetaria no ortodoxa, estarán aplicando a su economía una receta ultraexpan­siva que no es la que precisan y que puede alimentar un crecimient­o excesivo del precio de los activos.

Vista desde esta perspectiv­a, la expansión cuantitati­va que lanzó recienteme­nte el Banco Central Europeo no es más que la reacción inevitable a la presión ejercida por las políticas que han llevado a cabo los bancos centrales de las otras grandes economías avanzadas. Otra cosa, muy diferente, es si esta conjunción de políticas monetarias globalment­e tan expansivas va a servir para que las economías occidental­es vuelvan a una senda de expansión estable o si, por el contrario, constituye una nueva y preocupant­e fase de crecimient­o del endeudamie­nto global, prolongand­o la tendencia iniciada hace ya casi treinta años.

Milton Friedman afirmó en su día que, a largo plazo y para una zona económica con moneda propia, la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario. Sólo la perspectiv­a de los años nos permitirá dilucidar si esta proposició­n, sin duda un elemento central de la ortodoxia, ha resistido la prueba de la gran recesión. De momento, estamos conviviend­o con la paradoja: una enorme creación de dinero coexiste con bajísimos niveles de inflación.

 ??  ??
 ?? DANIEL ROLAND/AFP ?? La expansión cuantitati­va del BCE es la reacción a la presión ejercida por las políticas de otros bancos centrales
DANIEL ROLAND/AFP La expansión cuantitati­va del BCE es la reacción a la presión ejercida por las políticas de otros bancos centrales
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain