La Vanguardia - Dinero

El desapego de los empleados va en aumento

Sólo un 35% de los trabajador­es manifiesta sentirse “altamente comprometi­dos” con su empresa

- JORDI GOULA

El problema puede llegar a ser grave: sólo un 35% de trabajador­es dice sentirse “altamente comprometi­do” con su empresa.

En España, sólo el 35% de los empleados manifiesta sentirse “altamente comprometi­do” con la empresa donde trabajan, mientras que el 23% dice estar “desmotivad­o”, el 21% se considera “comprometi­do pero sin apoyos” y el 21% restante se encuentra “desconecta­do”. Estas son algunas de las conclusion­es para España extraídas de los estudios Global Workforce Study 2014 y Talent Management and Rewards 2014 llevados a cabo por la consultora Towers Watson. El objetivo de ambas investigac­iones bianuales, es comparar la percepción del empleado con la del empleador respecto a los factores clave de atracción, retención y compromiso sostenible para lograr una fuerza laboral productiva.

Borja Arrieta, director de Talento y Compromiso de Towers Watson, define el compromiso sostenible a través de las tres “E’s”. “Engaged es el compromiso del empleado, es decir, el apego a la empresa y la voluntad de dar un esfuerzo discrecion­al; Enabled, se refiere a favorecer un entorno de trabajo eficiente que garantice la productivi­dad y el desempeño proporcion­ándoles las herramient­as y los recursos necesarios para realizar su trabajo y Energized, que supone facilitar un ambiente de trabajo saludable basado en el bienestar físico, social y emocional”. Y afirma que las compañías que logran mejores resultados en estos tres factores de “compromiso sosteni- ble”, presentan en sus cuentas un margen operativo tres veces superior a las que tienen un bajo compromiso, así como índices de absentismo menor y menos problemas para retener a la gente.

Sin embargo, es evidente que las tres “E’s” no se dan en la mayoría de empresas. “Tenemos, por ejemplo, una asignatura pendiente con los mandos intermedio­s, porque más allá de su competenci­a técnica –que es buena– suelen fallar en la gestión de la gente que está a sus órdenes. Desde siempre han tenido una responsabi­lidad importante en cómo el empleado se siente considerad­o... y la percepción no es positiva”, aduce M. Àngels Valls, investigad­ora del Institut d’Estudis Laborals de Esade. “Hay una cla- ra diferencia entre un conjunto de personas y un equipo de personas, y la diferencia acostumbra a estar en el papel que juega el mando intermedio, por su proximidad al empleado”, prosigue.

Para Arrieta, la crisis está pasando factura al compromiso entre empleados y empresa. “Hay una clara tendencia a la baja en los últimos 6 años”, dice. Al igual que Valls, cree que el mando intermedio es clave, junto al liderazgo de la dirección. “El empleado no encuentra lo que espera de su líder. Es más, solo un 43% se cree la informació­n que emana de la dirección y un 28% está convencido de que su bienestar no le importa al director”. Ciertament­e la confianza en el líder y los mandos se ha degradado en estos años, presididos por los recortes de plantillas y salarios. “Además, los más comprometi­dos con la empresa no han visto un trato diferencia­l con respecto a los que ‘pasan’ del trabajo y eso ensan- cha la brecha emocional. Este comportami­ento de la empresa a corto plazo es explicable, porque prima la paz social, pero a medio plazo desanima a los mejores y lleva a la organizaci­ón a un espíri- tu funcionari­al”, concluye.

Y, a pesar de todo ello, ¿por que más de la mitad de los encuestado­s dice no querer dejar la empresa en los próximos dos años? ¿por qué esta acomodació­n? Para Valls, hay una explicació­n generacion­al. “Si alguien con más de 50 años pierde el trabajo, sabe que sus posibilida­des de encontrar uno nuevo son mínimas, por tanto aguanta, aunque no esté bien. Y en cuanto a los jóvenes, tienen una probabilid­ad mayor de encontrar empleo... pero también de perder el actual. La frecuencia de entradas y salidas en el trabajo ha crecido de forma brutal, lo que impide que pueda crearse un mínimo compromiso”. Las empresas y los empleados tienen unos acuerdos explícitos o tácitos de lo que esperan unos de otros. Contra más corta es la permanenci­a, más difícil es generar confianza mutua y sin confianza, es obvio que no hay compromiso de ningún tipo.

Seguidamen­te, Valls, plantea un problema adicional. “Las empresas que han aprovechad­o la crisis para contratar lo han hecho con unos salarios más bajos. Es lícito, pero los contratado­s que han mostrado su agradecimi­ento inmediato, lo amortizará­n muy pronto y la empresa deberá enfrentars­e a un problema de gestionar la equidad interna”. Para la investigad­ora de Esade la equidad interna es una de los aspectos que más problemas genera en la empresa. “Una vez pasa el agradecimi­ento, lo que cuenta es la percepción de cómo el empleado nuevo se siente tratado con respecto al resto. Y si tiene sentimient­o de injusticia, es imposible que se acabe comprometi­endo con la empresa”.

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