Las cotizaciones de Gauguin
Aunque Gauguin ha logrado, a través de una venta privada a la familia Al-Thani de Qatar, convertirse en el artista más cotizado de la historia, lo cierto es que los precios de sus obras en subastas públicas no le conceden el cetro de los mejores ya que es superado incluso por artistas como Warhol, Bacon o Koons y muy alejado de los precios de creadores como Van Gogh y Picasso, por citar dos de los nombres emblemáticos del mercado artístico del último cuarto de siglo.
En las subastas, Paul Gauguin cruzó el umbral de los 10 millones de dólares a partir de la década del 2000. En el 2003 salió al mercado público la pintura titulada L’Appparition (1902), que alcanzó los 11,3 millones en Sotheby’s Londres. El mejor remate del artista se produjo en el 2006 con L’Homme á la hache (1891), por el que pagaron en Christie’s Nueva York 40,3 millones de dólares. Esta obra fue pintada en 1892, el año de su desembarco en Tahití. Gauguin regresó a la Polinesia en 1895, donde permaneció hasta su muerte, a causa de una sobredosis de morfina, en 1903, a los 54 años. Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?), fue expuesto en 1893, junto a una treintena de obras del artista, en la Galería de Paul DurandRuel quien, junto al autor, lo valoró en 1.500 francos franceses (el más caro de los exhibidos); ninguno de los cuarenta trabajos que formaban parte de la muestra fueron adquiridos. Dos años más tarde, el cuadro salió a subasta por 500 francos pero tampoco encontró comprador.
Curiosamente el mercado del arte de Gauguin se compone fundamentalmente de grabados y a precios muy razonables: el 61,5 % de sus trabajos son obras gráficas, el 20% dibujos y sólo el 10% de pinturas. En las licitaciones celebradas en París, Nueva York, Praga, Berlín y Berna la media de sus grabados se situaban alrededor de 2.000 euros la pieza.
¿Cuándo te casarás?, la pintura más cara de la historia, llevaba cedida en el Kunstmuseum de Basilea desde la década de los 50 por el coleccionista suizo Rudolf Staechlin, y su venta directa se hizo por 265 millones de euros, dejando atrás los 228 millones que pagó la jequesa de Qatar por una de las versiones de
Los jugadores de cartas de Cézanne. Su propietario admitió entonces que nunca se había atrevido a colgar el cuadro en su propia casa debido a su extraordinario valor y que había decidido venderlo aprovechando la efervescencia del mercado. El público español tiene hasta septiembre la oportunidad de admirar esta emblemática tela de Gauguin con motivo de su exposición en el Museo Reina Sofía de Madrid antes de instalarse en su nuevo hogar, en Doha, capital del riquísimo emirato árabe.