El nacimiento de una nación
El Gobierno se moviliza para calmar los mercados ante los resultados de las elecciones catalanas
Haceunsiglo se estrenó El nacimiento de una nación, dirigida por D.W. Griffith. Un clásico del cine mudoquenarrala creación de los Estados Unidos de América. Hace mil años nació Gisberga de Carcasona, la primera reina de Aragón, esposa de Ramiro I y educada en la corte condal de Barcelona. Hace cuarenta años se murió en su cama el general Franco iniciándose la transición de la dictadura a la democracia.
Esta correlación de fechas fue la que utilizó el domingo pasado Joan Manuel Serrat en unemotivoconciertoenelPalacio de los Deportes de Madrid para subrayar que la nación catalana tiene hondas raíces. Los asistentes corearon indistintamente sus canciones en español y en catalán. Era un público maduro, perteneciente en su mayoría a la generación que salió a la calle al grito de “llibertat, amnistia i Estatut d’autonomia”. La misma gente que cantaba conRaimonDiguemnooL’estaca con Lluís Llach.
Viendo lo que pasaba en el escenario nadie podría decir que existe un problema entre madrileños y catalanes. Serrat abrazaba a su amigo Sabina, Ana Belén, Dani Martín o a la andaluza Pasión Vega. Es cierto que una buena parte de los catalanes quieren ver nacer una na- ción cuando se conozcan esta noche los resultados electorales. Pero eso no tendría que ser un impedimento para seguir siendo amigos. Tal vez por ello, en determinados círculos del poder cada vez se escuche más “que peor que la independenciaseríaelenfrentamiento entre dos pueblos que siempre han estado hermanados”.
Por eso, resulta tan importante la gestión de los resultados que surjan de las urnas. El ministro de Economía, Luis de Guindos, teme que si la opción independentista obtuviese mayoría absoluta o un partido anticapitalista como es la CUPse convirtiese en la llave de la gobernabilidad deCatalunya la estabilidad del Ibex 35 se vendría abajo.
Esto sólo sería el principio. Los inversores internacionales podrían pensar que se ha iniciado un ciclo de inestabilidad política que se acentuaría en la medida en que se acerque la fecha de las elecciones generales y la posibilidad de que la izquierda radical se convierta en el árbitro de la situación. Es decir, que se repita lo que ya ocurrió el pasado mes de mayo en los principales ayuntamientos españoles: Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau en Barcelona.
Como dice un destacado miembro del Gobierno en privado, “cuando la burguesía nacionalista catalana se enfrenta con las instituciones del Estado quien sale ganando al final es la extrema izquierda. Y cuando eso sucede, es esa burguesía, que ya es muy rica pero que piensa que con la independencia lo será mucho más, la que termina pidiendo ayuda a Madrid para que ponga las cosas en orden. Es como si no hubiésemos aprendido nada de la historia”.
La situación de alarma se ha incrementado en la última semana con la irrupción en la campaña electoral del mundo económico: los bancos cambiarán su sede social; habrá un corralito; no se podrán pagar las pensiones; el paro se multiplicará; Catalunya no pagará su deuda y un montón de insensateces del mismo tenor.
Para unos se trata de la campaña del miedo, para otros es el “jarabe de la verdad”. Lo cierto es que entre todos han conseguido asustar a los inversores, con la consiguiente pérdida de confianza sobre las posibilidades de la economía española y catalana de hacer frente a sus compromisos y a sus retos del futuro.
Ante esta situación el Gobierno se ha movilizado y ha pedido a De Guindos, que visite las principales plazas financieras y hable con analistas y fondos de inversión para calmar los ánimos. Unincremento del riesgo país nos costaría muchísimo. El sector público y el privado renovarán créditos por 300.000 millones de euros en el 2016. Una subida de la prima de riesgo que supusiese un incremento sensible del precio del dinero para las administraciones públicas, empresas y familias sería un auténtico desastre.
Para los analistas financieros el peligro no radica tanto en que Junts pel Sí consigan la mayoría absoluta, como la forma en que la gestionen. Si en la noche electoral, Raül Romeva, Artur Mas y Oriol Junqueras ofrecen un pacto al Gobierno que salga de las urnas el 20 de diciembre no pasará gran cosa. Pero si por el contrario tratasen de aprovechar el interregno que conlleva la convocatoria de elecciones generales, con la disolución del Parlamento español y la formación de la Diputación Permanente para aprobar medidas que cuestionen la legalidad, podrían provocar el tan temido choquedetrenes.
Lo que teme el mercado es que sea cierto que la Generalitat tenga una agenda oculta para practicar una política de tierra ocupada. Si esto fuese así, Mariano Rajoy se vería forzado a intervenir, de ahí que se le hayan dado poderes ejecutivos al Tribunal Constitucional. Ese plan B sería comparable a dar una patada a la mesa de juego antes de que se terminasen de repartir las cartas.
Es posible que como hace cien años asistamos al nacimiento de unanación, peronoolvidemosque puede ser un parto con fórceps, comoocurrió en Irlanda en 1922, o un alumbramiento natural como sería lo deseable.