Arquitectura de vanguardia
En su breve y apasionante historia como ciudad, Wolfsburgo ha capturado tendencias urbanísticas y arquitectónicas del siglo XX y ha seguido haciéndolo hasta ahora, de la mano de la riqueza generada por el grupo Volkswagen. A partir de los años cincuenta, se han ido construyendo aquí edificios singulares como el Centro Cultural Alvar Aalto –diseñado por dicho arquitecto finlandés e inaugurado en 1962–, o el teatro concebido por el arquitecto alemán Hans Scharoun, que abrió sus puertas en 1973. Esta localidad del land de Baja Sajonia dispone de un planetario, y presume también del Museo de Arte –realizado en 1994 por un estudio de Hamburgo–, con una colección de obras contemporáneas posteriores a 1968, y que esta temporada despliega una muestra de arte latinoamericano. Más recientemente, a inicios de este siglo, Wolfsburgo conoció la construcción de la Autostadt (la ciudad del automóvil), un visitadísimo complejo recreativo que celebra el universo Volkswagen. Y la última vuelta de tuerca la dio el Phaeno, audaz museo científico con aspecto de astronave recién aterrizada, proyectado en 2005 por la arquitecta estrella angloiraní Zaha Hadid. Con el lema, Da staunst
du (traducible por ‘te asombrará’), el Phaeno propone a los visitantes 350 estaciones interactivas en las que experimentar fenómenos de la ciencia y de la técnica. Con estas prendas, no es de extrañar que en 2001 el Ayuntamiento fundara el Forum Architektur, un centro de estudio y reflexión sobre la comunicación a través de la arquitectura. Pero con el escándalo de los diésel trucados, la época de los grandes proyectos urbanos parece haber quedado atrás.