La Vanguardia - Dinero

Todo sigue diferente

La compañía reivindica sus orígenes y sigue apostando por “La vida es chula”

- Margarita Puig

Todo comenzó cuando Thomas Meyer decidió confeccion­ar una cazadora a partir de retales de pantalones vaqueros usados. Era una prueba, un divertimen­to. Y poco podía imaginar este emprendedo­r suizo que en ese momento estaba poniendo el germen de Desigual, una compañía que en el año 2010 se convirtió en el fenómeno de la década al cerrar con una facturació­n de 440 millones de euros y más de 200 tiendas monomarca y franquicia­s.

Ese primer paso de Desigual tuvo lugar en 1983. Cuando vio que aquella cazadora de patchwork vaquero tenía recorrido, ya en 1984, buscó una marca para darle empuje a la idea. Isabel Coixet, la cineasta, le ayudó al proponerle Desigual y completar ese manifiesto de intencione­s con el lema de “no es lo mismo”.

El rápido crecimient­o pasó factura. Tras una suspensión de pagos en 1988, la empresa remontó poco a poco, y tomó el empuje definitivo con la incorporac­ión de Manel Adell (a quien Meyer conoció diez años antes cruzando el Atlántico en un velero junto a una decena de personas más) en el 2002. Ha pasado el tiempo y la firma se ha hecho mayor. Y hasta Adell se fue: sucedió en el 2013, con lo que Meyer compró su 30% pasando a ser el dueño absoluto de la compañía hasta que hace año y medio entró el fondo francés Eurazeo al adquirir el 10% de Desigual mediante una ampliación de capital de 285 millones de euros.

Sea como sea, Desigual sigue siendo diferente. Y ahora reivindica más que nunca esa diferencia y sus orígenes. De ello, la compañía que reivindica que “la vida es chula” quiso dejar constancia ya en el desfile de septiembre en la New York Fashion Week. Sus propuestas coloristas contaron con el apoyo de la top model Karolina Kurkova y de Iris Apfel, la fashionist­a nonagenari­a que se ha erigido en árbitro de la elegancia de las jóvenes generacion­es. Fue un desfile en que la firma expuso sus ideas para la primavera-verano 2016, con abundancia de faldas midi, los pantalones estampados, las rayas y las transparen­cias, y su firme intención de mantenerse muy atenta a sus señas de identidad auténticas.

La firma inició además en 2012 las obras de su nueva planta en Viladecans, con una inversión de unos 40 millones de euros, que ha convertido en su nuevo centro logístico de distribuci­ón mundial y la sede internacio­nal de comercio electrónic­o de la compañía. Con esta iniciativa, Desigual espera cuadriplic­ar su capacidad de gestión de stock y almacenaje. Pero sobre todo impulsar su intención de refrescar los diseños, de darles más y mejor contenido. La compañía, que en el 2014 facturó 963,5 millones de euros, obtuvo 451,9 en el primer semestre de este año.

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