Alfredo Alcaín, entregado a la pintura
Lo estuvo siempre, desde el inicio, pero en los últimos años ha acentuado esa decisión y, en el trabajo del 2012 al 2015, que es el que podemos contemplar, hasta el 31 de diciembre, se percibe una entrega absoluta, al hecho de pintar, despareciendo referencias y perchas, para solazarse con sólo la pintura.
Como el mismo pintor ha matizado, en el catálogo de su obra gráfica, Casa de la Moneda, 2012, página. 131: “Hubo un momento a finales de los noventa en que los bodegones van adelgazando de tal forma y son tan esquemáticos, que los fruteros y las frutas van desapareciendo y se quedan sólo las líneas y el color. Poco a poco la figuración desaparece y a partir de entonces se va desarrollando una estética de líneas y manchas que llega hasta hoy mismo”, a la obra que estamos analizando, montada con elegancia y sencillez.
Ese lenguaje que tituló Líneas y manchas, es el que viene prodigando desde el 2012. No hay motivos figurativos, sí emocionales. Formas geométricas que componen una suerte de azaroso calidoscopio, como vidrieras para un ámbito, que no tiene por qué ser religioso; sutiles haces de líneas que retratan el vértigo de la pureza o triángulos convertidos en teselas de un mosaico pictoricista, en el que reverberan las cromías limpias, luminosas, desnudas, poéticas.
Desde los años setenta Alcaín está vivo en el panorama artístico español. Su evolución se ha desarrollado por decantación: del realismo al pop, hasta llegar a un ajedrezado de figuras geométricas, que dibujan la esencialidad de su mundo, la transparencia de estructuras invisibles e intensas. De las tradicionales fachadas y escaparates a los bordados pétit-point, de los bodegones a los números, letras y entrecruzados, en un despojamiento radical progresivo. Con mucho color y mucho pop, en la época intermedia, y un sutil perfume a Klee en la más cercana.
Alfredo Alcaín (Madrid, 1936), licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense, estudia grabado en la Escuela Nacional de Artes Gráficas y Decoración Cinematográfica, entre 1961 y 1964. Realizó su primera individual en 1962, exponiendo en centros y galerías de de Alfredo Alcaín. Galería FernándezBraso, Madrid. Precio: Tel.: 91-575-04-27 toda España en centenares de ocasiones. En el 2003 fue Premio Nacional de Artes Plástica y en el 2010 premio Tomás Francisco Prieto.
En los años noventa, había un autor en Madrid, al que siempre encontraba visitando exposiciones, por alejadas que estuviera: Gerardo Rueda. Desaparecido Rueda, ocupó esa costumbre Alcaín, lo que quiere decir que es amante del arte y solidario –lo que no se da ahora entre artistas–, y que estaba al tanto de lo que se exponía.
¡Magnífico el ambiente que crean sus obras, lúdico y ético, de cuidada técnica y de total dependencia de la pintura, ensimismado en ella! Precios: de 2.750 a 14.300 euros.