El nuevo orden mundial del petróleo barato
La baja cotización del crudo desata la pugna entre la innovación tecnológica de EE.UU. y la capacidad de resistencia de Arabia Saudí y del Golfo Pérsico
El equilibrio geopolítico que ha caracterizado el orden global en los últimos treinta años ha dejado de existir. Hace poco más de una generación, los países consumidores de petróleo, las economías occidentales, aguardaban expectantes las decisiones de la OPEP, la organización que agrupa a los exportadores de crudo, sobre sus cuotas de producción. De sus palabras dependía buena parte de su factura energética.
Esto es cosa del pasado. Los miembros del cartel ahora sólo producen un tercio del petróleo mundial. Ya no pueden marcar las pautas del mercado como antes. Tampoco el apetito para el oro negro es el que era. Ha emergido un modelo de desarrollo más sostenible. Según datos de la OCDE, el petróleo representaba casi la mitad del consumo mundial de la energía en 1973. Ahora es menos del 40%.
Esta situación se refleja en las cotizaciones. Los precios del crudo han caído un 70% desde sus máximos de junio de 2014. La oferta supera la demanda. El exceso de crudo es fruto de una decisión aparentemente suicida de Arabia Saudí, que inunda de petróleo el mercado porque no quiere perder cuota de mercado y repetir antiguos errores, como cuando en los años ochenta cerró el grifo, y llevó las economías occidentales a diversificar sus fuentes energéticas. Muchos factores refuerzan este desequilibrio: desdelas altas temperaturas registradas este invierno( el cambio climático es una realidad ), hasta la des aceleración de China( que ya no volverá a crecer como antes). Ambas variables parecen instaladas para quedarse.
Pero, tal vez la mayor novedad en el escenario energético global es la irrupción de EE.UU. Después de cuatro décadas en la penumbra, el Tío Sam se ha convertido en el protagonista. Gracias a las técnicas del fracking quesacan petróleo delas perfora- ciones a las rocas sedimentadas (es la llamada shale revolution), ya son el primer productor mundial.
Esto ha sido posible precisamente gracias a las cotizaciones elevadas en el período 2007-2014, que permitieron invertir en técnicas de extracción avanzadas. Hace años EE.UU. producía la mitad que Rusia y Arabia Saudí. Ahora los ha superado. En los últimos cinco años su producción ha aumentado un 66%. Como si hubiera añadido a su capacidad un país como Iraq.
“Está fuera de discusión de que los precios bajos son un factor positivo para EE.UU. Para algunos es negativo pero en conjunto y para los consumi- dores es muy bueno”, dijo Bruce Everett, antiguo directivo de Exxon y académico en la Tufts University. “Los saudíes están preocupados ante el hecho de que los estadounidenses acabemos siendo independientes desde el punto devista energético enlos próximos años”, dijo la ex secretaria de Estado de EE.UU., Madeleine Albright. Europa también descorcha champán. Es cierto: el petróleo barato ha agravado los riesgos de deflación y ha causado, indirectamente, la ola de refugiados. Perocadacaídadel10% en los precios supone un aumento del 0,1% del PIB en el Viejo Continente.
Al otro lado, los países con elevados recursos naturales se están lamiendo las heridas. Estimaciones del Deutsche Bank y del FMI confirman que la mayoría de países productores necesitan precios muy superiores a los actuales para cuadrar sus balances. Desdelos 100 dólares deIraq, Rusia oArabia Saudí, hasta los 130 de Irán o Argelia. Un factor a tener en cuenta es que los países más poblados son también los que tienen los mayores problemas fiscales. Esto representa una bomba de relojería.
Las implicaciones políticas son inciertas. Baste recordar que en 1988, cuando el barril llegó a cotizar a 9 dólares, a los pocos meses colapsó la Unión Soviética. Sin embargo, los países del Golfo Pérsico todavía albergan el 60% delas reservas convencionales. Los costes de extracción de Arabia Saudí son los más bajos del mundo: 7
dólares por cada barril. Además, Ryad tiene unas reservas en divisas de 700.000 millones de dólares. Pero perdieron más de 100.000 en el último año. El déficit público supera el 15% del PIB. Pueden aguantar años, ¿pero hasta cuando? Fuentes consultadas dicen que Arabia, cuatro años. Rusia, un año y medio. Nigeria, Venezuela ya están en el precipicio.
Gonzalo Escribano, analista de energía del Real Instituto Elcano reconoce que “se está produciendo una pugna entre la capacidad de innovación de los EE.UU. y la fuerza de resistencia deArabiaSaudí. Esta tensión va a ser la tónica del nuevo orden global durante un tiempo. Asimismo, “ahora hay una menor transferencia de rentas hacia los países productores y, en consecuencia, un debilitamiento de sus capacidades geopolíticas. Por ejemplo, esta situación está matando el aventurismo de Putin. Esto supone un dividendo positivo para Europa”, señala Escribano.
“No creo que la economía vaya a cambiar la política exterior. Pero es cierto que todos estos países tendrán que enfrentar sea problemas internos ,” alerta EckartWoertz, investigador de Cid ob .“Más quede nuevo ciclo o nueva era diría que estamos en una nueva etapa, de baja demanda y con una resaca de exceso de oferta. Y no volveremos a superar los 100 dólares el barril en un plazo muy largo”, resume Sarah Emerson, directora de la consultora energética Esai en EE.UU.
Esta especialista reconoce que estos países emergentes deben tener cuidado en su estabilidad política, pero, en perspectiva, también ve un aspecto positivo: es la ocasión para acabar una vez por todas con la llamada
maldición del petróleo. “La caída de precios matará a su gallina de los huevos de oro. Pero les puede forzar a emprender reformas de sus economías para atraer más inversiones extranjeras”. Un cambio de modelo productivo. Un nuevo orden global.