Las bolsas pasan cuentas a Draghi
La corrección bursátil refleja las dudas sobre una recuperación débil y lograda con la respiración asistida de los bancos centrales
Desde el pasado 13 de abril, cuando alcanzó los 11.866 puntos, hasta cierre del pasado viernes en los 7.920 puntos, el Ibex ha perdido un poquito más de un tercio de su valor. El descalabro ha coincidido con los mejores meses para España desde el punto de vista de las estadísticas macroeconómicas de los últimos años por lo que respecta a creación de empleo, crecimiento del PIB, consumo e inversión empresarial y otras. La bolsa no acompañó el año pasado, cuando empezó la caída, pero ahora ya juega directamente en contra de la recuperación al sembrar dudas sobre el futuro de las empresas–en el precio de las acciones cotizan, entre otras cosas, las expectativas–, lo que las desestabiliza y complica su financiación.
Los inversores que operan con el Ibex, en Londres, Frankfurt, Milán, Nueva York o Tokyo no se creen la verdad oficial, han dejado de confiar en el mensaje de los banqueros centrales, aquellos que les trataron de convencer de que la po- lítica monetaria –tipos a ras de suelo, compra de activos en los mercados, liquidez a espuertas...– podía ser el motor que llevara a la economía a crecimientos robustos con inversión, consumo, creación de empleo e inflación. No creen, por supuesto, a Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), que dejó para la historia, en julio del 2012, su frase más célebre: “Haré lo que sea necesario y, créanme, será suficiente”.
Eran momentos de muchísimas dudas en los mercados y, efectivamente, poco después, el banquero italiano sacó su bazuca, llevó los tipos de interés al borde de cero e inició el programa de compra de bonos en el que se encuentra aún sumido el BCE y al que destina 60.000 millones al mes. Pero el crecimiento y la inflación no llegan y los mercados han perdido la paciencia en él, como tampoco parecen tenerla en Janet Yellen, presidenta de la Fed, ni en los gobernadores de otros grandes bancos centrales del mundo.
Y las ventas de todo tipo de activos de riesgo se han desplomado. Sólo en lo que va de año –apenas siete semanas–, el Ibex ha perdido un 17% de su valor; Milán, el 23%; Frankfurt, el 16%; París, el 14%; Tokyo, el 21%; y Wall Street, con una economía mucho más adelantada que el resto en el ciclo, el 9%. El varapalo se ha intentado explicar de muchas maneras: los temores por el crecimiento chino, el colapso de potencias emergentes como Brasil y Rusia, el desplome del precio del petróleo, la amenaza del terrorismo yihadista...
La realidad, sin embargo, es que, además del peso que puedan tener
los anteriores factores y otros adicionales, el gran asunto es ahora otro: el crecimiento. O, más bien, su ausencia en un futuro visible. “El mercado teme una japonización de la economía global, con estancamiento y deflación”, asegura Víctor Alvargonzález, de Tresis. “Lo que pasa con los bancos centrales solo se puede solucionar con una reestructuración profunda”. De momento, el Ibex lleva el citado 33% de retroceso en los últimos diez meses, pero el resto de bolsas del planeta están también muy tocados. No es una corrección ni pequeña ni pasajera.
El pasado jueves, el MSCI All Country World Index, un índice ponderado del conjunto de las bolsas mundiales, dio la puntilla a los
bullish (alcistas): los parquets han entrado técnicamente en un mercado bajista. Este hecho ocurre cuando se acumula un 20% de caída en bolsa desde el máximo anterior. “El mercado tiene sus razones y motivos fundados aunque haya quien siempre diga que hay más o menos exageraciones puntuales”, añade el directivo de Tresis.
Para Juan Manuel Vicente Casadevall, de Kessler & Casadevall, “lo que está sucediendo ahora en las bolsas es un reflejo de una desaceleración que ya se está produciendo”, aunque en algunas de las principales economías aún no lo reflejen así las estadísticas oficiales. “El ciclo está descendiendo de manera casi sincronizada en todo el mundo, lo que hace extremadamente peligroso el momento actual”, insiste este asesor financiero.
Cuando se producen caídas tan pronunciadas en bolsa, la cuestión es cuál es el momento de entrar, cuándo se toca fondo, y tratar de aprovechar el tren alcista cuando se produzca el cambio de tercio. Ahora, sin embargo, los analistas coinciden en que habrá un fuerte rebote, pero son mucho más pru- dentes a la hora de vaticinar hasta dónde puede llegar la corrección, que ya es un crash en toda regla. Según Casadevall, “solo estamos en la primera fase del mercado bajista; yo creo que continuará un buen tiempo si no hay cambios en la política monetaria de Estados Unidos en los próximos meses”. En diciembre se daba por hecho que la Reserva Federal subiría los tipos de interés para situarlos cerca del 1,5% a finales de este año. Ahora, en cambio, las apuestas predominantes hablan de que no habrá movimiento alguno antes de mediados del próximo año en el mejor de los casos.
Este hecho, el previsible mantenimiento de un nivel bajísimo de tipos de interés en Estados Unidos por varios trimestres más, debería bastar –en teoría– para lograr un buen tono en los mercados. Los bajos tipos de interés siempre han hecho migrar la inversión y el ahorro desde los bancos a los parquets. Ahora, sin embargo, no se dan las condiciones para que sea así.
“Hay una volatilidad in crescendo y una debilidad que asusta; aparentemente, los inversores han tirado la toalla”, comenta Laura Sierra, analista de Interbrokers. La desconfianza en que la situación pueda mejorar es tan débil que se abren escenarios impensables no hace tanto tiempo. El pasado jueves, en su segunda comparecencia pública semanal, Janet Yellen admitió que veía perfectamente posible recurrir a los tipos negativos en el futuro si fuera necesario. Japón ya lo ha hecho –con resultados nefastos– y otros países del mundo se están adentrando ahora por el mismo camino. En cualquier caso, todo eso queda un poco lejos y es, como lo demás, bastante incierto. De las pocas cosas sobre las que no hay dudas es que el ejercicio de 2016 no será precisamente un camino de rosas.