La noche transfigurada
La buena pintura, la buena música y la buena o verdadera poesía se parecen. En más de un sentido se puede afirmar que son casi lo mismo, aunque expresado con distintos medios. En la música, por ejemplo, se da una apertura a lo indefinido y no se da el compromiso que casi siempre significan las palabras. Sin embargo, la intensidad que puede alcanzar la mejor música es algo insuperable y por ello la música es un modelo al que a menudo o a veces aspiran otras artes. Y también lo es la poesía, aunque en la práctica a la poesía hay menos personas que le presten la necesaria atención, pues pide una concentración que ya pocos saben alcanzar.
Tampoco la contemplación es fácil. Uno de los cuadros más notables de la exposición que presenta Eduard Resbier en la galería Trama se llama Verklärte Nacht y se refiere directamente a la obra musical homónima de Arnold Schönberg, conocida en el ámbito hispánico como La noche transfigurada. Esta composición para instrumentos de cuerda se basaba en un poema de Richard Dehmel donde la transfiguración consistía en saber reconocer la belleza de nuestro mundo a pesar de sus aspectos más sombríos: en el peor momento existencial, saber celebrar también la parte de luz y buena vida que nos toca.
La exposición de Resbier se llama además Tabula Rasa, y cabe suponer que este título es otra referencia musical, pues así se llamaba la obra maestra de Arvo Pärt que dio a conocer a este compositor en 1984.
Esa noche transfigurada adopta en la pintura de Resbier la forma de un escenario oscuro y un patio de butacas iluminado y despoblado.