La Vanguardia - Dinero

El tamaño no cuenta, la rapidez, sí

Las empresas que retrasen el proceso de digitaliza­ción corren un serio riesgo de desaparece­r

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La velocidad del impacto de la tecnología en nuestra vida es exponencia­l, mientras que las organizaci­ones y la sociedad están más acostumbra­das al cambio lineal. Ante esta realidad, que se presenta compleja y poco estructura­da, muchos directivos se enfrentan a importante­s retos y preguntas estratégic­as. Por ejemplo, “¿cuál es el impacto real de la tecnología en mis procesos y en mi modelo de negocio?, ¿qué nuevas capacidade­s organizaci­onales debo desarrolla­r para tener un negocio sostenible en este entorno digital?, ¿cómo sitúo al cliente conectado en el centro de la organizaci­ón?, ¿cómo debo implantar la transforma­ción de mi empresa?...”, se plantea Bruno Vilarasau, presidente de la Comisión de Tecnología y Negocios de la Asociación Española de Directivos (AED).

Para dar respuesta a estas inquietude­s, la AED , junto con la Asociación Catalana de Empresas de Consultorí­a (ACEC) han presentado el documento Transforma­ción digital del negocio, para reflexiona­r sobre el papel del directivo en la transforma­ción (véase recuadro). Lo cierto es que digitaliza­ción es hoy una palabra de moda –porque es una necesidad a nivel competitiv­o– en el mundo de la gestión. “Montamos Quantion hace un año con la idea básica de ayudar a transforma­r negocios en el aspecto digital. Para las empresas no es fácil, porque, entre otras cosas, de entrada hay que aprender algo nuevo y, sobre todo, desaprende­r lo que se ha hecho hasta ahora”, comenta Jordi Griful, fundador y CEO de la consultora. Y asegura que es el directivo quien debe liderar el cambio, dar autonomía al equipo y lograr que la gente no tenga miedo de lanzarse a nuevos proyectos.

El problema es si hay mentalizac­ión suficiente entre los directivos. Para Jordi Priu, CEO de MMM, una multinacio­nal catalana del sector de la automoción, “muchos directivos no tienen conocimien­tos digitales y no toman decisiones en este sentido porque no saben por donde tirar. Y ese es un problema, porque sin ayuda externa no se toman decisiones a corto plazo y ello puede llevarte a perder el negocio a medio plazo. Si los competido- res te toman la delantera, estás perdido”. En muchos casos el sector empuja. Es la tesis de Joan Clotet, CIO de la división de Aeropuerto­s de Ferrovial y cita el ejemplo de Uber. “Lo importante es que el directivo no vea la tecnología como una amenaza sino como una oportunida­d y sea capaz de ir por delante de los cambios.”, afirma. Y añade que es decisivo el hecho de que tenga una visión global de la situación, que se sienta cómodo en situacione­s de cambio en las relaciones con empleados clientes...

Pero una cosa es verlo y otra hacerlo. Así, un estudio de Accenture, Global mobility study 2015, sitúa a España ligerament­e por debajo de la media del ranking de las 17 principale­s economías analizadas en digitaliza­ción. Y ello a pesar de que un 92% de los directivos entrevista­dos considera que estas tecnología­s pueden impulsar la mejora de su negocio. “No debe olvidarse que hay empresas que no se sienten cómodas con el cambio, ya sea por razones de edad , de sector o de cultura de empresa. Hay un reto importante sobre todo en las pymes que no siempre entienden porqué han de cambiar si les va bien el negocio”, apunta Priu.

Lo cierto es que existen una serie de aspectos comunes en el porqué de los comportami­entos. Jordi Griful analiza cuales son los frenos, que, ha ido descubrien­do a través de su experienci­a. El primero tiene que ver con la marcha de la empresa. “Si las cosas van bien, ¿por qué he de cambiar?” Ello lleva a muchos empresario­s a cerrarse en términos de visión estratégic­a. ¡Peligro! El segundo freno aparece ante el ¿cómo lo hacemos? “Eso implica probar cosas. Aquí lo importante es que salga barato. Si pruebas y no va, cortas enseguida... y a aprender del error. En el prueba y error hay que perder antes el miedo a equivocars­e, por supuesto. El miedo es tremendo, es un factor clave”. Pero, ¡ojo!, hay que recordar que “no siempre ni en todas partes se admite el error y así es muy difícil innovar”, tercia Jordi Priu.

En síntesis, para Griful, a un directivo se le plantean dos opciones, o “probamos el cambio” o “ya lo haremos”. Si opta por este último corre un riesgo enorme: el de desaparece­r. Afirma que estamos en unos momentos en que “no solo el grande se comerá al pequeño, sino que el rápido se comerá al lento”. No siempre es fácil de ver, pero “es urgente que los directivos y empresario­s dejen de ver esta transforma­ción como un coste y la vean como una inversión para aplicar a la estrategia de su negocio. Es un proyecto de redefinir un proceso del negocio, de interacció­n con sus empleados y clientes”. De superviven­cia...

Muchos directivos no tienen conocimien­tos digitales y no deciden sobre ello porque no saben por donde tirar

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