Draghi cumplió, pero ¿es suficiente?
Tras el desplome de los índices bursátiles en la primera mitad del mes de febrero hemos asistido a dos semanas de fuerte recuperación y a una semana de consolidación a la espera de la reunión del BCE del pasado jueves. Desde los mínimos registrados el 11 de febrero, los principales índices bursátiles europeos habían iniciado un fuerte rebote. Las causas de esta recuperación fueron principalmente técnicas debido a la sobreventa acumulada por la renta variable en las semanas anteriores. Pero también a la recuperación del precio del petróleo y delas materias primas y a la publicación de datos macroeconómicos globales, sobre todo de EE.UU., que si bien apuntan a una desaceleración del crecimiento económico, alejan el escenario de una recesión enlos países desarrollados.
Sin embargo, la volatilidad ha seguido siendo elevada y refleja la vulnerabilidad de esta recuperación, ya que los temores de los inversores siguen persistiendo: al débil crecimiento económico mundial, se le añaden la caída de las expectativas de inflación y el escaso margen de maniobra de los bancos centrales. Con todo, desde los mínimos registrados el pasado 11 de febrero los índices europeos más importantes habían subido hasta el jueves, antes de la reunión del BCE, entre el 15,44% de la bolsa italiana y el 11,08% del Dax alemán.
MEDIDAS ADICIONALES
Y por fin llegaron las medidas adicionales que todos los analistas esperaban. La expectación era notable y, en esta ocasión, Draghi no defraudó.
El tipo de interés de la eurozona pasa del 0,05% al 0%; la tasa de interés de la facilidad marginal de crédito se reduce al 0,25% desde el 0,30%; la tasa de depósitos del -0,30% al -0,40%; amplía de 60.000 a 80.000 millones de euros el programa mensual de compra de activos, incluyendo la deuda senior emitida por empresas radicadas en la eurozona, y, por último, anuncia 4 nuevas subastas de liquidez (TLTRO II), con vencimiento a cuatro años. Los préstamos incluidos en estas subastas tendrán un interés similar al depósito en el BCE, es decir, -0,40%. Con ello se implementa una nueva barra libre de liquidez para el sistema fi- nanciero, que podría significar que el BCE pague a aquellas entidades financieras que aumenten el crédito.
Después de anunciarse estas medidas y antes de la comparecencia de Draghi, las principales bolsas europeas se dispararon. Sin embargo, después de la rueda de prensa los mercados se deshincharon y todos los índices excepto el Ibex 35 cerraron con pérdidas. De nuevo apareció la volatilidad. Se estaban poniendo en duda, quizá de manera precipitada, la efectividad de las medidas a raíz de las revisiones que el BCE estaba anunciando sobre las previsiones de inflación y de crecimiento para la eurozona.
En efecto, Mario Draghi anunció que la inflación de la eurozona se situaría este año en el 0,1%, frente al 1% estimado por los técnicos del BCEenelmesdediciem- bre. Respecto al crecimiento de la eurozona, las nuevas previsiones lo situaron en el 1,4% en 2016, frente al 1,7% esperado en diciembre. Afirmó que todavía existen riesgos a la baja para las expectativas de crecimiento y que ello reforzaba la necesidad de adoptar medidas para favorecer la inflación, y conducirla al objetivo del 2%. Draghi expresó su preferencia por reformas estructurales dirigidas a elevar la productividad, y medidas para mejorar las infraestructuras que sirvan de impulso a la débil recuperación cíclica actual. Se aproximaba al comunicado final de la reunión del G-20 del 26 de febrero. En él se afirmaba que si no se tomaban medidas urgentemente, la economía mundial se dirigía al estancamiento y a la deflación prolongadas.
Hasta ahora los gobiernos han pasado a los bancos centrales la responsabilidad de estimular la demanda y el crecimiento, pero se ha demostrado que no ha sido suficiente. Según el G-20 habría que realizar grandes programas keynesianos de gasto público para estimular la demanda, el empleo y los ingresos de los hogares, y a la vez mejorar la productividad y el crecimiento global a largo plazo. Pero la Unión Europea no tiene una Hacienda propia como EE.UU. y Gran Bretaña que le permita iniciar programas fiscales, y tiene un socio principal que se resiste a cualquier medida que no sea la austeridad.
De ahí podrían venir las dudas que el mercado ha manifestado tras la interpretación rápida de las palabras de Draghi.