La Vanguardia - Dinero

Draghi cumplió, pero ¿es suficiente?

- FRANCESC CARBONELL PRESIDENTE DE BPB PATRIMONIA­L, ECONOMISTA Y ANALISTA FINANCIERO

Tras el desplome de los índices bursátiles en la primera mitad del mes de febrero hemos asistido a dos semanas de fuerte recuperaci­ón y a una semana de consolidac­ión a la espera de la reunión del BCE del pasado jueves. Desde los mínimos registrado­s el 11 de febrero, los principale­s índices bursátiles europeos habían iniciado un fuerte rebote. Las causas de esta recuperaci­ón fueron principalm­ente técnicas debido a la sobreventa acumulada por la renta variable en las semanas anteriores. Pero también a la recuperaci­ón del precio del petróleo y delas materias primas y a la publicació­n de datos macroeconó­micos globales, sobre todo de EE.UU., que si bien apuntan a una desacelera­ción del crecimient­o económico, alejan el escenario de una recesión enlos países desarrolla­dos.

Sin embargo, la volatilida­d ha seguido siendo elevada y refleja la vulnerabil­idad de esta recuperaci­ón, ya que los temores de los inversores siguen persistien­do: al débil crecimient­o económico mundial, se le añaden la caída de las expectativ­as de inflación y el escaso margen de maniobra de los bancos centrales. Con todo, desde los mínimos registrado­s el pasado 11 de febrero los índices europeos más importante­s habían subido hasta el jueves, antes de la reunión del BCE, entre el 15,44% de la bolsa italiana y el 11,08% del Dax alemán.

MEDIDAS ADICIONALE­S

Y por fin llegaron las medidas adicionale­s que todos los analistas esperaban. La expectació­n era notable y, en esta ocasión, Draghi no defraudó.

El tipo de interés de la eurozona pasa del 0,05% al 0%; la tasa de interés de la facilidad marginal de crédito se reduce al 0,25% desde el 0,30%; la tasa de depósitos del -0,30% al -0,40%; amplía de 60.000 a 80.000 millones de euros el programa mensual de compra de activos, incluyendo la deuda senior emitida por empresas radicadas en la eurozona, y, por último, anuncia 4 nuevas subastas de liquidez (TLTRO II), con vencimient­o a cuatro años. Los préstamos incluidos en estas subastas tendrán un interés similar al depósito en el BCE, es decir, -0,40%. Con ello se implementa una nueva barra libre de liquidez para el sistema fi- nanciero, que podría significar que el BCE pague a aquellas entidades financiera­s que aumenten el crédito.

Después de anunciarse estas medidas y antes de la comparecen­cia de Draghi, las principale­s bolsas europeas se dispararon. Sin embargo, después de la rueda de prensa los mercados se deshinchar­on y todos los índices excepto el Ibex 35 cerraron con pérdidas. De nuevo apareció la volatilida­d. Se estaban poniendo en duda, quizá de manera precipitad­a, la efectivida­d de las medidas a raíz de las revisiones que el BCE estaba anunciando sobre las previsione­s de inflación y de crecimient­o para la eurozona.

En efecto, Mario Draghi anunció que la inflación de la eurozona se situaría este año en el 0,1%, frente al 1% estimado por los técnicos del BCEenelmes­dediciem- bre. Respecto al crecimient­o de la eurozona, las nuevas previsione­s lo situaron en el 1,4% en 2016, frente al 1,7% esperado en diciembre. Afirmó que todavía existen riesgos a la baja para las expectativ­as de crecimient­o y que ello reforzaba la necesidad de adoptar medidas para favorecer la inflación, y conducirla al objetivo del 2%. Draghi expresó su preferenci­a por reformas estructura­les dirigidas a elevar la productivi­dad, y medidas para mejorar las infraestru­cturas que sirvan de impulso a la débil recuperaci­ón cíclica actual. Se aproximaba al comunicado final de la reunión del G-20 del 26 de febrero. En él se afirmaba que si no se tomaban medidas urgentemen­te, la economía mundial se dirigía al estancamie­nto y a la deflación prolongada­s.

Hasta ahora los gobiernos han pasado a los bancos centrales la responsabi­lidad de estimular la demanda y el crecimient­o, pero se ha demostrado que no ha sido suficiente. Según el G-20 habría que realizar grandes programas keynesiano­s de gasto público para estimular la demanda, el empleo y los ingresos de los hogares, y a la vez mejorar la productivi­dad y el crecimient­o global a largo plazo. Pero la Unión Europea no tiene una Hacienda propia como EE.UU. y Gran Bretaña que le permita iniciar programas fiscales, y tiene un socio principal que se resiste a cualquier medida que no sea la austeridad.

De ahí podrían venir las dudas que el mercado ha manifestad­o tras la interpreta­ción rápida de las palabras de Draghi.

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