Por una economía social más racional
Palabras del momento: inestabilidad, turbulencias financieras, China, deflación, cambio político, temor. Algunas voces autorizadas anuncian que se acerca una nueva recesión. Hay inquietud sobre el futuro inmediato, aumenta la aversión al riesgo y la economía sufre. ¿Cómo salir? Hace falta devolver el sentido común a la economía e impulsar una economía social más racional.
En el año 2008 estallaron las burbujas generadas por el sistema económico. Fue la confirmación de un crecimiento artificial insostenible. Era un aviso, con categoría de tsunami, que se tenía que cambiar el modelo económico. Se aplicó cirugía estética, pero tan pronto como la situación pareció controlada, se olvidó el aviso, y se continuó como siempre.
Los bancos centrales comba- tieron la crisis vertiendo al mercado cantidades masivas de dinero. Sólo hace unas semanas Mario Draghi y el Banco Central Europeo han sorprendido con un considerable aumento de la expansión cuantitativa. A pesar de tanto dinero a coste cero y después de siete años de duras medidas liberalizadoras aplicadas por los gobiernos, la economía está enviandosignos inquietantes. Parece claro que las políticas que se han aplicado han tocado techo y no han conseguido que la economía crezca. Lo han probado todo y prácticamente han agotado la caja de herramientas de que disponían, incluso fijando uninterés ne-
Después de tanto insistir en la austeridad, las instituciones internacionales reclaman ahora a los gobiernos políticas de crecimiento
gativo en los depósitos bancarios.
¿Cómo es posible que no acabe de funcionar una economía que dispone de facilidad crediticia sin límite y a coste cero, energía y materias primas baratas, recursos humanos ociosos y una infinita demanda insatisfecha? Las razones hace falta buscarlas en las políticas aplicadas y en la desconfianza que ha generado el basar el crecimiento en un sistema financiero altamente especulativo y no en la economía productiva. Se ha creado mucha riqueza ficticia reconocida en simples apuntes contables, y en títulos y derechos que no corresponden a ninguna realidad, que sólo tienen valor, mientras alguien les quiera adquirir, sino se convierten en papeles mojados.
Para activar la economía hace falta demanda agregada suficiente, demanda real que está limitada por la continua pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y populares debido a una desigualdad creciente, lo que da lugar a una sobre capacidad de producción con los correspondientes problemas que derivan.
Después de tanto insistir en la austeridad y los recortes, al constatarse el fracaso, las instituciones internacionales OCDE, FMI, BCE y otros reclaman ahora a los gobiernos políticas de crecimiento, especialmente inversión pública y disminución de la presión fiscal. Peroel nivel deendeudamientode los Estados es tan elevado que dis- ponen de bien poco margen de maniobraparaactuar ylos hace altamente vulnerables si se entrara en una nueva recesión.
El antiguo presidente del Bundesbank, Axel Weber, ya alertó en Davosel año2013dequelas actuales políticas sólo son una huida adelante. “Salir de la crisis haciendo el problema mayor no funcionará”. “Los bancos centrales con su plan de estímulos pueden comprar tiempo, pero no solucionar el problema”. “Estamos viviendo a cargo de las futuras generaciones”.
Vista la realidad actual no hay más remedio que volver a aplicar el sentido común a la economía, unaeconomíasocialquealsermás racional permita recuperar la confianza de los ciudadanos.
Tenemos que devolver a un sistema económico que tenga como objetivo cubrir las necesidades reales de la sociedad. Una economía en la que se premie la creatividad, el talento y el esfuerzo; en la que la educación y el conocimiento son la esencia de la sociedad; que los beneficios del crecimiento económico se distribuyan equitativamente; en la que se aplique un tipo de interés razonable tan al crédito quepiden las empresas como al ahorro de los ciudadanos. En la que los que crean riqueza real yempleoobtenganunbeneficio. En la que se limiten las escandalosas diferencias salariales; en la que la fiscalidad sea progresiva y, por lo tanto, contribuyen más los que más tienen o más ganan y se corrijan así las grandes desigualdades sociales.
Tiene que ser una economía productiva basada en el libre mercado, en la sostenibilidad, un consumo responsable, la estabilidad económica, la competitividad en un mundo global. Unsistema en el que los estados democráticos defienden el interés general y ponen límites a la especulación del sistema financiero, el cual se tiene que centrar en ser un instrumento de apoyo a las empresas y familias.
La demanda está limitada por la continua pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y populares debido a la desigualdad creciente”