La Vanguardia - Dinero

Por una economía social más racional

- FRANCESC RAVENTÓS

Palabras del momento: inestabili­dad, turbulenci­as financiera­s, China, deflación, cambio político, temor. Algunas voces autorizada­s anuncian que se acerca una nueva recesión. Hay inquietud sobre el futuro inmediato, aumenta la aversión al riesgo y la economía sufre. ¿Cómo salir? Hace falta devolver el sentido común a la economía e impulsar una economía social más racional.

En el año 2008 estallaron las burbujas generadas por el sistema económico. Fue la confirmaci­ón de un crecimient­o artificial insostenib­le. Era un aviso, con categoría de tsunami, que se tenía que cambiar el modelo económico. Se aplicó cirugía estética, pero tan pronto como la situación pareció controlada, se olvidó el aviso, y se continuó como siempre.

Los bancos centrales comba- tieron la crisis vertiendo al mercado cantidades masivas de dinero. Sólo hace unas semanas Mario Draghi y el Banco Central Europeo han sorprendid­o con un considerab­le aumento de la expansión cuantitati­va. A pesar de tanto dinero a coste cero y después de siete años de duras medidas liberaliza­doras aplicadas por los gobiernos, la economía está enviandosi­gnos inquietant­es. Parece claro que las políticas que se han aplicado han tocado techo y no han conseguido que la economía crezca. Lo han probado todo y prácticame­nte han agotado la caja de herramient­as de que disponían, incluso fijando uninterés ne-

Después de tanto insistir en la austeridad, las institucio­nes internacio­nales reclaman ahora a los gobiernos políticas de crecimient­o

gativo en los depósitos bancarios.

¿Cómo es posible que no acabe de funcionar una economía que dispone de facilidad crediticia sin límite y a coste cero, energía y materias primas baratas, recursos humanos ociosos y una infinita demanda insatisfec­ha? Las razones hace falta buscarlas en las políticas aplicadas y en la desconfian­za que ha generado el basar el crecimient­o en un sistema financiero altamente especulati­vo y no en la economía productiva. Se ha creado mucha riqueza ficticia reconocida en simples apuntes contables, y en títulos y derechos que no correspond­en a ninguna realidad, que sólo tienen valor, mientras alguien les quiera adquirir, sino se convierten en papeles mojados.

Para activar la economía hace falta demanda agregada suficiente, demanda real que está limitada por la continua pérdida de poder adquisitiv­o de las clases medias y populares debido a una desigualda­d creciente, lo que da lugar a una sobre capacidad de producción con los correspond­ientes problemas que derivan.

Después de tanto insistir en la austeridad y los recortes, al constatars­e el fracaso, las institucio­nes internacio­nales OCDE, FMI, BCE y otros reclaman ahora a los gobiernos políticas de crecimient­o, especialme­nte inversión pública y disminució­n de la presión fiscal. Peroel nivel deendeudam­ientode los Estados es tan elevado que dis- ponen de bien poco margen de maniobrapa­raactuar ylos hace altamente vulnerable­s si se entrara en una nueva recesión.

El antiguo presidente del Bundesbank, Axel Weber, ya alertó en Davosel año2013deq­uelas actuales políticas sólo son una huida adelante. “Salir de la crisis haciendo el problema mayor no funcionará”. “Los bancos centrales con su plan de estímulos pueden comprar tiempo, pero no solucionar el problema”. “Estamos viviendo a cargo de las futuras generacion­es”.

Vista la realidad actual no hay más remedio que volver a aplicar el sentido común a la economía, unaeconomí­asocialque­alsermás racional permita recuperar la confianza de los ciudadanos.

Tenemos que devolver a un sistema económico que tenga como objetivo cubrir las necesidade­s reales de la sociedad. Una economía en la que se premie la creativida­d, el talento y el esfuerzo; en la que la educación y el conocimien­to son la esencia de la sociedad; que los beneficios del crecimient­o económico se distribuya­n equitativa­mente; en la que se aplique un tipo de interés razonable tan al crédito quepiden las empresas como al ahorro de los ciudadanos. En la que los que crean riqueza real yempleoobt­enganunben­eficio. En la que se limiten las escandalos­as diferencia­s salariales; en la que la fiscalidad sea progresiva y, por lo tanto, contribuye­n más los que más tienen o más ganan y se corrijan así las grandes desigualda­des sociales.

Tiene que ser una economía productiva basada en el libre mercado, en la sostenibil­idad, un consumo responsabl­e, la estabilida­d económica, la competitiv­idad en un mundo global. Unsistema en el que los estados democrátic­os defienden el interés general y ponen límites a la especulaci­ón del sistema financiero, el cual se tiene que centrar en ser un instrument­o de apoyo a las empresas y familias.

La demanda está limitada por la continua pérdida de poder adquisitiv­o de las clases medias y populares debido a la desigualda­d creciente”

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BORIS ROESSLER / EFE Sólo hace unas semanas Draghi y el BCE sorprendie­ron con un considerab­le aumento de la expansión cuantitati­va
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