Villèlia, el canto del bambú
Michel Soskine abre nuevo espacio, General Castaños 9 de Madrid, y lo hace con una exposición individual de Villèlia –hasta el 4 de junio–, que hacía treinta años que no reunía una muestra personal en Madrid, desde 1986, en la galería AELE, aunque ha participado en exposiciones colectivas y con esta misma galería en Arco de este año. Moisès Villèlia
(Barcelona, 1928-1994) es un caso singular dentro de la escultura vanguardista española. Tras la Guerra Civil, la familia se establece en Mataró y después de tanteos, hacia 1953, realiza sus primeras piezas tubulares, valorando el hueco y la perforación. En 1954, funda el grupo Art Actual y trabaja con materiales orgánicos, hilos, alambres y botones, y da entrada al bambú. Aún experimentaría con hormigón, forja y fibrocemento. Becado en París, luego se marcha a Argentina y Ecuador. Regresa a Barcelona en 1972 y se instala en el Pirineo gerundense.
A partir de 1979, expone en Colonia y Nueva York y la Fundació Miró le consagra una retrospectiva. En 1989 escribe una obra teatral, El Artista, y su consideración le sitúa en primera línea, que culmina con una gran antológica en el IVAM, en 1999.
Sus móviles, sus esculturas exentas o de pared, en las que dialogan el surrealismo y el simbolismo, la poesía y el dibujo en el aire, lo onírico y la razón, la pesantez y la levedad, están cerca del mundo mironiano y de Moore. En la órbita de Cristòfol y Ferrant. No estoy comparando, sino equiparando. Su obra, a pesar de la monografía de Maria Lluïsa Borràs, de las atenciones de Brossa, no está difundida ni reconocida como le correspondería.
Lírico, genuino, imaginativo, creador, pionero, poético, fiel, musical, nefelibata, inventa un mundo y lo puebla de seres etéreos, aéreos, maravillosos; de formas sutiles, que estructuran la espiritualización de la materia. Es un poeta y un cartógrafo de emociones y sentires, que hace cantar al bambú. Un buscador de luces entre las sombras, de días en la noche oscura del alma.
Precios: de 14.500 a 72.600 euros.